jueves, 9 de septiembre de 2010

De Camboya a Vietnam

¡Hola a todos! En esta ocasión me toca una entrada puente, contaré los últimos días en Camboya y los primeros en Vietnam, concretamente en Ho Chi Minh City, la antigua Saigón. Iré rapidito en esta ocasión, no os puedo explicar por qué para no adelantar acontecimientos pero quizá me entretenga menos en esta entrada.

Como habíamos tenido que irnos urgentemente a Phnom Penh desde Batambang, ¿os acordáis? para comprar el billete en la ventanilla de Airasia en el Aeropuerto, habíamos dejado atrás un par de paraditas que queríamos hacer. Una vez solucionado el tema aéreo podíamos volver sobre nuestros pasos tranquilamente, la primera parada es Pursat, donde iremos para conocer en primera persona el famoso tren de bambú.

Llegamos a Pursat sin que nos diera tiempo a cansarnos del autobús y encontramos un hostal a cinco metros. Hubo suerte en esta ocasión, nos instalamos en cuestión de segundos y salimos a buscar un restaurante. Uno de los dos o tres conductores de tuc tuc para turistas que hay en el pueblo se acercó a nosotros cuando salimos a la calle y en cuestión de segundos nos propuso todos los planes que tenía para nosotros. Le pedimos un respiro y aceptó. Parecía que los precios en Pursat eran más elevados que en el resto del país, supongo que había un acuerdo local entre todos los hosteleros para sacar dólares a los guiris. Todos los platos valían dos dólares en todos los restaurantes. Pasamos por el mercado local pero no era gran cosa y supimos en seguida que todas las comidas que hiciéramos en el pueblo iban a tener lugar en el restaurante contiguo a nuestro hostal y que de paseos por el pueblo ya habíamos tenido bastante, Pursat no tenía muchoque ofrecer. Y entonces ¿qué hemos venido a hacer aquí? Muy fácil, hemos venido a experimentar en propias carnes “El tren de Bambú”.

En Batambang había un tren de Bambú pero leímos en la guía que el de Pursat era menos turístico, aunque en ambos sitios es un medio de transporte real que utilizan los habitantes de la zona para mover personas y mercancías. En sí misma la idea de un tren de bambú puede generar muchas fantasías pero todo se reduce a una tabla de tres metros por tres metros realizada con tiras de caña de bambú y dos ejes de hierro con rueditas en los extremos. La tracción la aporta un pequeño motor que se pone sobre la tabla y que transmite la fuerza al eje trasero con una simple correa. Se colocan los ejes en la vía a ojímetro y luego se pone la tabla encima sin olvidarse de pasar la correa del motor por el eje; hay que agacharse debajo de la plataforma para hacer unos ajustes y que encajen las piezas pero lo tienen bastante controlado. Ahora los pasajeros pueden ir subiendo con cuidado de no ir todos al mismo lado porque la tabla perdería el equilibrio y se iría al garete y habría que volver a empezar. Una vez acomodados los pasajeros y/o las mercancías, sólo queda arrancar el motor y tirar millas.

A nosotros nos dejaron la primera fila, claro como somos turistas… pensamos al principio, pero cuando la cosa empezó a marchar me dio por pensar que nos habían dejado el papel de parabrisas porque si había algún tropezón o frenazo fortuito o descarrilamiento o llámesele equis, los primeros en salir volando íbamos a ser nosotros. Yo miraba hacia la vía cuando pasaba por debajo de mi culito a esa velocidad y pensaba “mis pies están aquí arriba y esas traviesas de madera están ahí abajo a medio metro, que todo siga así siempre” así que los primeros minutos fueron algo tensos. La terrible incomodidad nos acompañó todo el camino y mi lumbago superó en protagonismo al miedo a perder los pies.

Cuando llevábamos unos minutos de chaca chá todo se hizo normal y comenzamos a disfrutar del trayecto. Fueron 4 horas de paseo y casi todo el camino fuimos acompañados de un corredor verde precioso que parecía estar ahí para amortiguar con belleza y frescura lo precario del vehículo, lo tórrido del sol que caía y quién sabe si frenar el vuelo libre de los pasajeros en caso de descarrilar.

Buster Keaton no se apartó de mi mente ni todas las películas del oeste cuando cogían esa plataforma con una palanca que servía para moverse por las vías del ferrocarril. A nosotros solo nos faltaba encontrarnos de frente con una locomotora a toda velocidad para que la acción fuera completa. Por suerte nunca llegó tal escena pero sí que nos encontramos con otros trenes de bambú. Sólo hay una vía así que para decidir cuál de los dos coches se desmonta y deja paso hay que comparar la carga de ambos y el más ligero es desensamblado y vuelto a ensamblar cuando el más pesado ha reemprendido su marcha y se ha quitado de en medio.

En esta foto veis a Antonio ayudando a colocar la tabla sobre los ejes. Al fondo de la foto se ve el otro tren que se aleja con una gran carga de madera y a los pies de Antonio podéis encontrar dos muletas que son del señor que está en primer término a la izquierda de la foto. ¿Por qué os llamo la atención sobre las muletas?, muy sencillo. A mitad de camino hubo un pequeño tumulto entre los pasajeros que estaban justo detrás de nosotros. Habíamos observado que dos de ellos llevaban piernas ortopédicas. Uno de ellos era el que venía con las muletas y era el más exaltado en la discusión, sobre todo parecía reprocharle algo a una señora pasajera que había subido unos kilómetros atrás. El tren se paró, el señor se bajó y entonces comprendimos que el cabreo venía porque había perdido una muleta y que se había bajado para volver por la vía caminando a buscarla. El tren continuó la marcha sin él. No os preocupéis, el señor está bien, por la tarde le vimos con las dos muletas caminando sin problemas. La vida por aquí es así de sencilla aunque para nuestra mente occidental acolchada con justicia, solidaridad y libros de reclamaciones resulte cruel.

A la llegada al punto de destino, conseguimos estirar las piernas mientras nos abordaban algunos conductores de moto. Era lo que esperábamos para volver a Pursat de un modo más cómodo y rápido. Resultó que los moteros estaban tan seguros de que eran la única opción que teníamos que nos pedían ¡veinticinco dólares! O bien diez dólares para ir a Kracor, otro pueblo muy cerca de allí en el que podíamos coger un autobús. Ambas opciones nos parecieron carísimas y decidimos acercarnos a la aldea a tomarnos un refresco y darles tiempo para que pensaran una nueva oferta. Mientras sorbíamos nuestras Coca-colas el líder-cabecilla-abusón de los moteros se acercó a nosotros con sonrisa de reconciliación y dice…dice… ¡venga va! veinticinco dólares a Pursat y diez a Kracor. ¡Lo mismo de antes! Le dijimos que no y esperamos en vano que otros moteros más humanos se acercaran a ofrecernos algo más sensato, parece que impera la ley del más fuerte. Finalmente pensamos que lo mejor sería volver en el tren aunque tuviéramos que buscar repuestos para vértebras a la llegada a Pursat. Nos volvimos al sitio donde nos había dejado el tren y nos encontramos con nuestro mismo maquinista. ¡Super! Con este ya tenemos hecho el trabajo de regatear el precio así que sólo tenemos que saltar sobre la tabla y marchar tan campantes. El camino de regreso fue mucho más cómodo y placentero porque venía menos gente y nos pudimos tumbar. Ida y vuelta en tren de bambú, cuatro dólares por persona. Una experiencia inolvidable no tiene precio.

Al día siguiente empaquetamos nuestras mochilas y las dejamos en la recepción para irnos por la tarde a nuestra siguiente destino pero antes fuimos al encuentro de nuestro conductor de tuc tuc y le pedimos que nos llevara a una aldea flotante que había en el lago cerca de Pursat. Como os conté hace un par de entradas hemos dado la vuelta al gran lago Tonlé Sap que ocupa una enorme extensión en el centro de Camboya, pues aquí, al sur del lago, hay algunos asentamientos de vietnamitas en villas flotantes. Vietnam está muy cerca y es normal que haya mezclas de población pero además en el año 1979 cuando Vietnam invadió Camboya (os remito a la anterior entrada) algunas familias vietnamitas siguieron a su ejército y se quedaron a vivir en el agua. Imagino que serían gente del sur de Vietnam, del delta del Mekong, donde la cultura del agua está muy presente o puede ser que, simplemente, no encontraran tierras donde asentarse y optaron por el agua.

Mientras navegábamos nos cruzábamos con gente haciendo su vida diaria como comprar fruta o ir a la ferretería o la iglesia pero en lugar de ir en su moto iban en su barquita, las había de remo y de motor para las cuales había varias gasolineras flotantes, muy gracioso.

Después de la visita a la aldea flotante volvimos a por nuestro equipaje y cogimos el autobús a Kompong Chnang, allí nos encontramos con unos conductores de moto que nos llevaron a un hostal de mala muerte y no sé cómo, pero nos quedamos. Al rato salimos a pasear y decidimos quedarnos solo una noche en ese sitio, a la mañana siguiente visitamos la aldea flotante vecina y por la tarde saldríamos hacia Phnom Penh.

Aquí os paso una serie de fotos de las dos aldeas flotantes, muy similares pero muy bonitas las dos, pintorescas, coloridas y alegres. La gente nos saludaba y los niños especialmente se desgañitaban diciéndonos ¡¡Jelouuuuuuu!! Hasta el cura de la parroquia nos quiso hacer pasar a la casa del señor, invitación que declinamos porque no teníamos tiempo, claro.



Casas zancudas

Familia viendo la tele


Fruta a domicilio

Pescando en la casapuerta


En nuestro regreso a Phnom Penh hicimos poco más que cortarme el pelo y comprar el billete de autobús para salir al día siguiente hacia Vietnam, así que vamos a continuar. El trayecto de la capital de Camboya a Ho Chi Minh City no dio ningún problema; un cómodo autobús nos llevó desde la puerta del hostal donde nos quedamos en la capital de Camboya al corazón de la que fuera capital del sur de Vietnam hasta la reunificación comunista en 1973.

Una vez en tierra, habíamos previsto localizar unos hostales baratitos que venían en la guía pero nos asaltó una señora de más de sesenta años que se hacía llamar Madam Sisí y era muy divertida y decía tener una habitación con ventana y ventilador por ocho dólares. Efectivamente, la seguimos y nos llevó a casa de Quy, quien nos alquiló una habitación en el ático por el precio anunciado. Estábamos en el barrio de los guiris totalmente pero justo en unos callejones donde vivía mucha gente local y donde algunos como Quy, tenían habitaciones para alquilar. La gente vive hacia la calle en Ho Chi Minh, todas las casas que veíamos en los alrededores tenían un amplio salón donde se podían aparcar las motos por la noche, por supuesto, pocos muebles y una televisión por ahí en alguna parte. Había familias que hacían la vida directamente en el suelo, unos suelos muy limpios y muy nuevos de gres bueno, no preocuparse, pero es que ellos son de poco mueble, mira tú.

Señora con cocinilla ambulante

Señores jugando al ajedrez chino, vencedor en primer termino

Al salir de los callejones llegamos a una calle muy bulliciosa donde los guiris se mezclaban con otros guiris y con personal de las cafeterías para guiris los vendedores de libros fotocopiados para guiris, las chicas para gu… bueno en fín, todo lo que se puede obtener en Vietnam cuando uno viene de turismo, en su mayor apogeo. Nosotros que nunca hemos sido de llevar la contraria nos dimos una vueltecita por ese parque de atracciones y localizamos algo que veníamos esperando desde hace tiempo, y no es el bar “crazy girls”, pero justo en frente encontramos nuestro primer bar de Bia Hoi (que significa cerveza de barril). Para los amantes de la cerveza, supongo que habrá alguno leyendo estas palabras ¿verdad Angelines?, esto es un regalo caído del cielo. Se trata de bares donde puedes beber cerveza por unos veinte céntimos de euro la caña, bien ¿no? Nosotos nos hicimos asiduos con mucha facilidad, recordad que nuestro presupuesto nos ha mantenido alejados de las tabernas por semanas y semanas, así que ahora nos tomamos lo que viene siendo la gran revancha. Al mismo tiempo en estos sitios puedes comprar botellines de tercio a cincuenta céntimos aproximadamente, que tampoco está mal, pero la Bia Hoi es más suave y mucho más barata, además es una cerveza de fabricación local y se ha de tomar fresca (además de fría) porque no lleva conservantes, ¡sanísima oye!

Al día siguiente no nos levantamos muy temprano, pero tampoco nos habíamos acostado muy tarde, no sufráis que no nos emborrachamos demasiado, así que comenzamos a hacer visitas tranquilamente. Para empezar visitamos un museo de bellas artes donde encontramos este retrato de Ho Chi Minh.

Este señor fue el artífice de la declaración de independencia de Vietnam (de los franceses) en el año 45 y el líder de la mitad norte del país durante la guerra contra los americanos, aliados del sur. Los americanos cometieron en Vietnam la mayor cagada de su historia militar, se metieron en un berenjenal y cada vez que se proponían algo nuevo volvían para meter más la pata. Aproximadamente desde 1965 los americanos intentaron frenar el avance del comunismo hacia el sur, para ellos debía ser como una simbólica bofetada a todo el bloque comunista de manos de los líderes del bloque capitalista. Ya sabéis lo paranoicos que andaban por entonces con este temita. Al final fueron los americanos los que se llevaron no una sino muchísimas bofetadas, entre ellas, y me imagino que la que más huella dejó, sería la que el propio pueblo estadounidense profirió a su gobierno retirando el apoyo a la guerra. Al final tuvieron que hacer un apaño en 1973 y salir por la puerta de atrás. Absurdo total.

Es curioso que hace no tanto tiempo se pelearan por el protagonismo del comunismo o del capitalismo porque hoy cuesta creer que Saigón es una ciudad de un país comunista, aquí el negocio es algo totalmente asimilado y muy abundante. Si uno consigue hacerse hueco entre los millones de motos, puede llegar a las aceras atiborradas de tiendas por toda la ciudad.

Supongo que ya os habréis dado cuenta que la ciudad que fue capital del Vietnam del sur perdió su antiguo nombre (Saigón) para recibir el nombre del mismísimo líder de los Vietnamitas del norte, no se corten señores vencedores, que quede claro quién ha ganado. Además al tío Ho lo han elevado a las alturas, por lo visto en contra de su voluntad, y tras su muerte fue convertido en el símbolo omnipresente del régimen. Actualmente figura en todos los billetes vietnamitas y tiene homenajes en todos los pueblos y ciudades a lo largo de todo el país; casi siempre nombrando calles y avenidas principales y en muchos casos en forma de esculturas de estilo realista-socialista. Una de las más conocidas es esta que se encuentra en la puerta del ayuntamiento de Ho Chi Minh City.

Antes de continuar me gustaría comentar que, por supuesto, la mayoría de la población de Ho Chi Minh City llama a su ciudad Saigón. Como decía, la escultura de la puerta del ayuntamiento de Saigón es muy famosa porque representa al Ho Chi Minh más cálido. No se sabe muy bien si la imagen representa sólo un símbolo precioso de cariño del presidente hacia los niños o más bien la costumbre del régimen de adoctrinar a las generaciones venideras desde su edad más tierna. Luego, la cosa esa donde se apoya la niña no sé si representa un pupitre o un arma de combate, curiosa ambigüedad.

Hablando de armas, una de las visitas más populares de Saigón es el Museo de los residuos de la guerra, una exposición muy extensa que no pudimos visitar con total tranquilidad porque las salas estaban a cuarenta grados. Se trataba de cuatro o cinco colecciones de fotografías y textos separados por temas, hablaban del agente naranja, ese explosivo que provocaba mutaciones genéticas, de los periodistas de guerra, de los horrores que cometieron los americanos, claro, y de todos los acontecimientos que rodearon esta conocidísima guerra de Vietnam, aquí llamada la guerra americana o guerra de los americanos.

Nunca hago fotografías ni fotografías de fotografías de personas que sufren, yo no soy periodista, soy turista, así que en este caso en lugar de enseñaros ninguna de las cositas que vimos en el museo, os dejo un recorte artístico de unos cazas que hay aparcados en los alrededores del edificio.

Otro cazabombardero (¿se dice así?) similar a los del Museo de la guerra permanece aparcado en los jardines del palacio de la reunificación, aunque es más importante un tanque que también sigue aquí desde el día que fue utilizado para acceder al palacio cuando los comunistas tomaron Saigón. Hasta entonces se había llamado palacio presidencial y el gobierno que vino del norte lo privó de utilidad para convertirlo en un museo de la victoria, las cositas de las victorias. El edificio fue construido en el año 66 y conserva el sabor de aquellos años, de hecho se ha mantenido tal cual lo encontraron los militares en el 75.



¡Pero bueno! Ya está bien de política, ahora hablemos de religión. Por toda la ciudad se pueden encontrar templitos de diferentes confesiones, bueno, que parecen diferentes pero, en realidad casi todos ellos profesan una fe ecléctica que denominan la triple religión, con creencias que beben del Confucionismo, el Taoísmo y el Budismo, todo ello acompañado con tradiciones chinas y antiguas creencias animistas de Vietnam, toma ya. Los templos son muy chinos (hay días que tengo facilidad de palabra, hoy no) y lo que más me llama la atención en todos ellos son los santitos tan raros que tienen, claro. Nosotros el santoral y la imaginería católica la tenemos controlada y no nos asusta cuando vemos a una persona clavada en una cruz o a un señor atado a un tronco con flechas por el torso, sin embargo cuando vemos a un señor con bigotes largos y perillita con un tocado chino que parece que lleva antenas, pues nos quedamos de piedra. También me gustó mucho este rinconcito lleno de buditas gorditos y felices y, por supuesto, me quedo embobado cuando veo a alguien rezando o haciendo sus ofrendas al estilo de aquí, es un momento muy íntimo y siempre hago las fotos desde muy lejos para no molestar a nadie, pero es que me encanta verles. En la última foto podéis ver parte de la decoración de un templo, lo que hay colgando del techo son unas espirales de incienso que sueltan humo durante un montón de horas.

Como decía, nosotros las cositas de los católicos las tenemos controladas, pero es que el catolicismo de España es uno y el de Vietnam es otro. Al parecer este es el segundo país en número de católicos en el sudeste asiático (8%-10%), superado tan solo por Filipinas y, claro, es un catolicismo muy chino. Obsérvese neón rosita rodeando toda la cruz y corona de neón blanco sobre la cabeza de Cristo, especial atención también al neón amarillo que preside el retablo y que debe ser algo chino ¿no?

Pero además de templos y guerra, en Saigón pudimos disfrutar de tradiciones tan bonitas como el teatro de títeres en el agua, del cual os muestro una foto regularcilla porque mi asiento tenía una visibilidad un poco complicada y además había muy poca luz, claro, pero nos encantó. Todas las historias suceden en el agua, en campos de arroz , la técnica es complicadísima y son capaces de representar con marionetas el cultivo del arroz desde la siembra hasta la recogida, una maravilla para todas las edades.

También hemos disfrutado lo más a menudo que hemos podido de la fruta de Vietnam, una de nuestras favoritas es la pitahaya o “dragon fruit” que es una fruta de carne blanca (también la hay morada) con un montón de pepitas pequeñitas y una piel que parece de silicona rosa fucsia y verde casi fosforito. Está buenísima y en Saigón la encontramos por treinta céntimos de euro el kilo ¡mmmmmmm! Crece en una especie de cactus, pero estas señoras con el gorro típico te la traen al mercado lista para comer.

Por último, y para despedirme os dejo con una imagen de uno de los momentazos de Saigón. Resulta que nosotros habíamos visto que la gente hace mucho deporte en los parques, pero a nosotros lo que más nos llamaba la atención era el bádminton, así que nos fuimos a una tienda y por cinco euritos nos compramos todo el equipo, bueno, dos raquetas básicas y doce volantes, que era el pack. Y lo mejor de todo es que en cuanto uno se pone a darle a la raqueta, aparecen chicos y chicas que quieren jugar contigo y practicar el inglés. El primer día se puso a llover y las chicas nos propusieron ir a tomar un café, un amigo de ellas que andaba por allí se apuntó también e intentaron que les pagáramos lo suyo, pero tocaron hueso y lo único que les salió gratis fue la charla. Je je. A estas alturas de viaje la perspicacia es lo último que se deja en la habitación. ¿A que tiene estilo el Antonio con la raqueta?

Muchos besos a todos. Gracias por seguir ahí.

Andrés

3 comentarios:

  1. Hola Andres y Antonio,la verdad que el video del tren de Bambu y las fotos son alucinantes.Espero que la rebancha de la Cerveza no os pasara mucha factura al dia siguiente,jijiji a estas alturas de viaje cuanto dinero habreis ahorrado?si que le habeis cogido el truco a lo del regateo ehhhh cuando esteis de vuelta vamos a los mercaditos juntos,jajjaj,un beso fuerte amores.

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  2. jeje, lo de antes era pa probar, ya que en la anterior entrada me dio error mi saludo...

    pues bien chikitos mios, aqui sigo, comenzando mis ultimas vacaciones, mañana me ire a sevilla a echar una semanita de relax en el piso, paseos por el rio y callejeando y sobre todo cervecitas en el pumarejo ( que es donde vive mi paquito ) y por la alameda, aunqeu algun que otro dia cruzaremos a triana a la calle san jacinto o betis, decirle a andres que he vuelto a estar en la sierra de huelva, en almonaster y vengo aun mas enamorado que antes, me cautiva esos parajes y esa tranquilidad. no se cuando volvere a ir, pero seguro que pronto, he estado para la feria de hinojos, que ya con mas de tres dias consecutivos de feria no puedo, y necesitaba desconectar y lo hice, luego volvemos a sevilla el finde despues de la feria, osea este que hemos pasao y la revolucion llega a la ciudad, la mismisima macarena se ha llevado 24 horitas en la calle, imaginaros lo que se ha "armao" en sevilla este finde, ¡¡¡ casi na!!! pero bueno, parece que os estoy contando mi vida cuando lo que tengo que hacer es comentar vuestro blog, pues ahi lo llevais...
    estais locos, claro que la feria de cortegana tambien ha sido en septiembre y andresito no ha estado pues os vais a montaros 4 horas de viaje en un tren de bambú que a saber el seguro que tendria eso, locos, looooooocos, por lo demas, por favor chikillos iros a algun sitio mas civilizaoooooooooo que me teneis en ascuas, jejej, muchisimos bezitos y seguid tan bien disfrutando como hasta ahora, abrazos amigos, y que sepais que mañana me compro dos litronas de la de CRUZCAMPO y me la bebere a vuestra salud. mil bezitos

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