jueves, 1 de julio de 2010

Malasia salvaje

¡Hola de nuevo! Sí, somos conscientes de que últimamente andamos un poco lentos con esto de publicar en el blog, pero es que hemos andado muy liados con muchas y muy variadas actividades. Algunas os las cuento hoy aquí, suponiendo que no tendré el éxito del relato que me ha precedido con Maricarmen la porterita como protagonista indiscutible. Aún así intentaré entreteneros unos minutos.

Como ya sabéis desde hace un par de entradas estamos en Malasia. Primera parada Kuala Lumpur (KL). Como ha contado Andrés hemos disfrutado de un contraste casi extremo con lo que veníamos viviendo en la India. Principalmente por el civismo que reina en esta capital, todo el mundo muy educado, el metro impecable, las calles limpias y una enorme amabilidad en sus habitantes. Por ejemplo, Andrés se ha olvidado puntualizar el estricto sentido único de los corredores en el tartán circular de KL, y la vigilancia constante por parte de un agente para que ningún peatón invadiera tal espacio restringido a los deportistas… ya quisieran en Sevilla vigilantes así los usuarios del carril bici de la ronda ¿no?

También nos han sorprendido las carreteras y los transportes. Hemos pasado de haber viajado únicamente por dos autopistas en los tres meses que hemos estado en la India, a marearnos en los escalextrics que nos llevaban del KLIA (KL Intenational Airport) al centro de la capital. Y hemos cambiado los cinco asientos por fila en los autobuses de India, “tres asientos corridos-pasillo-dos asiento corridos”, a los “dos super asientos-pasillo-un solo super asiento al otro lado del pasillo”. Eso no lo he visto yo en España ¿eh? Además cuando te reclinas se levanta el que yo llamo “apoya-gemelos”, y el autobús no lleva las ventanas abiertas, sino que siempre hay aire acondicionado. Y mira que aquí no hace tanto calor como en la India. En fin, lujo total.

También quería contaros que en KL he probado la rana por primera vez en mi vida. Andrés también se ha estrenado. Sí, y no sólo las tan famosas ancas, sino que nos hemos comido una rana entera, una señora rana, 400 g pesan las tías. Resulta que buscando algún puesto en la calle para comer baratito vimos que en uno de ellos tenían sobre una mesa una pecera llena de ranas enormes amontonadas unas sobre otras, vivas claro, a las que les llaman “chicken-frog”, traducido “rana-pollo”. No sabemos si las llamaban así por el sabor o por el tamaño. Nos explicaron que las troceaban, las limpiaban y las freían, y allí que nos decidimos a catarlas. Resultado: un manjar exquisito, una carne blanca y fina con un rebozado suave y crujiente. Nos quedamos con ganas de más, pero no era precisamente barata, 16 ringgits el bicho, cuatro euros, que aquí es un dinero. Si volvemos a KL repetimos fijo.

Y como último apunte nos ha sorprendido gratamente la situación de la mujer. Supongo que nos ha sorprendido por dos causas principalmente. Primero porque comparado con India, aquí la mujer trabaja fuera de casa, conduce, habla con hombres, y aunque lleva velo, se atreve a vestir los pitillos más apretados con sandalias de tiras y taconazos y bolso a juego. Todo esto es inimaginable en la cultura hindú. Y en segundo lugar nos hemos dado cuenta de los prejuicios que arrastramos acerca de los países islámicos y el rol de la mujer en tales sociedades tan ortodoxas. Y no es que ahora piense que en estos países las mujeres disfrutan de total igualdad con respecto al sexo masculino, como predicaba y perjuraba Maricarmen la porterita. Más bien me refiero al bombardeo informativo, o más claramente, la comida de olla a la que estamos siendo sometidos en los países de cultura occidental, léase terrorismo islámico, violación de los derechos humanos en el islam… en fin, reflexiones y pensamientos. Todo es matizable, y no parecen los musulmanes más ortodoxos los únicos que “amenazan” la libertad que “disfrutamos” en los países occidentales capitalistas. Ahí lleváis eso.

Pero basta ya de cavilaciones y consideraciones intelectuales, y vamos al lío con nuestro próximo destino y alguna que otra chorradita. Como ya habéis leído después de KL visitamos las Cameron Highlands y disfrutamos de la raflesia. Allí estuvimos tres noches y seguidamente nos dirigimos al Taman Negara, que traducido del malayo significa “Parque Nacional”. Es raro, porque no es el único parque nacional que tienen en Malasia, pero lo llaman sencillamente así. Será que es el más importante, “El Parque Nacional” con mayúsculas. Bueno no sé. Para llegar allí contratamos el transporte que nos ofrecía el hostel, una combinación de minibús y viaje en barco río arriba hasta alcanzar Kuala Tahan, la ciudad, o mejor dicho aldea, más cercana a la entrada del parque. En el minibús compartimos el viaje con una pareja de suecos, tres islandeses uno de ellos muy inoportuno en sus intervenciones que parecía más yanqui que otra cosa, una pareja alemana que habían sido Erasmus en Granada, Yogui y Tanjia, encantadores, y con los que compartimos comidas y excursión al día siguiente, y otro chico más que no abrió la boca y del que no pudimos deducir su procedencia. Las dos horas de trayecto fluvial resultaron espectaculares e hicieron que mereciera la pena el precio del billete combinado. La barca era de madera, techada y muy larga, e íbamos recostados de dos en dos disfrutando del paisaje, ambas orillas pobladas por una densa selva en ausencia total de aldeas o algún rastro de civilización. El agua era de color marrón y parecía que nos estábamos adentrando en zonas muy remotas y salvajes. Luego resultó no ser exactamente así claro, pero lo que sí es cierto es que en estos parajes se aloja la selva más antigua del mundo ya que ésta no fue afectada por las últimas glaciaciones, supongo que por una combinación de latitud y altitud que la protegió de la congelación.




Al llegar a Kuala Tahan nos dirigimos rápidamente junto con Yogui y Tanjia en busca de las mejores y más baratas habitaciones dobles de la aldea en Durian Chalet, en algo que se pareció a las carreras más competidas de Pekin Express. Los islandeses nos pisaban los talones y corríamos el riesgo de ser adelantados y de que nos arrebataran la oferta. Finalmente no fue así, y cada pareja encontramos una estupenda habitación doble equipada con mosquitera, tendedero para hacer la colada, una kettle y dos tazas, y en cuya puerta, que daba a un jardín precioso, los dueños del hotel prendían una espiral antimosquitos cada noche. Nada de lujos, pero el trato fue estupendo. En realidad hemos protagonizado carreras más encarnizadas contra otros turistas en la lucha por las últimas habitaciones o plazas disponibles. Concretamente recuerdo una en Sikkim en la que corrimos desesperados pero muertos de la risa, además de cargados con las mochilas, tratando de adelantar a un matrimonio indio que iba por una calle paralela. Andrés había preguntado anteriormente por plazas en un jeep compartido y sabíamos que sólo quedaban dos. También sabíamos que el matrimonio, con el que precisamente habíamos compartido el trayecto previo, tenía el mismo destino que nosotros, así que sólo había sitio para una pareja ¡nosotros! Parecíamos Alazne y su madre en sus peores momentos, ¡je, je! Después me sentí un poco mal porque se quedaron en tierra, pero es que tuvieron unos gestos y actitudes muy feas con nosotros en el viaje anterior.

Bueno que me lio. La intención era preparar una excursión a la selva de un par de días o tres, lo cual seguramente requeriría el pago de un guía o excursión organizada que nos dirigiera los pasos y nos facilitara la comida y el agua. Dormiríamos en una cueva o bien en un hide, esto último no sé cómo se traduce exactamente al español, pero es una cabaña en alto en medio de la selva desde la que puedes esperar bien callado y vigilando por una ventana para observar la posible vida animal qué pase por allí. En este caso podríamos ver elefantes salvajes, tapires, gibones, ciervos, jabalíes e infinidad de pájaros. Cuando preguntamos por las diferentes opciones que había, lo más barato resultó ser una excursión con guía de dos días y una noche durmiendo en un hide por la friolera de 110 euros los dos. A lo mejor no os parece muy caro, pero conociendo los precios de aquí y, sabiendo que dormir en el hide tan sólo costaba 1,25 euros por persona que se pagaban a las autoridades del parque, nos pareció un abuso. Otra opción era hacer el mismo recorrido por nuestra cuenta, ya que la excursión a ese hide en concreto no requería obligatoriamente el alquiler de un guía -mientras que a otros hides más lejanos sí- con la desventaja de acarrear nosotros con el agua y comida para dos días y peor aún, enfrentarnos a los peligros de la selva nosotros solos.

Mientras decidíamos qué era mejor, el primer día después de llegar a Taman Negara hicimos una pequeña excursión por el parque. En este caso el paseo fue por la zona más cercana a la entrada, de modo que todo estaba muy bien señalizado y podríamos volver al pueblo en pocas horas. Además fuimos tranquilamente con Yogui y Tanjia observando la multitud de flores diferentes, los helechos de mil y una formas, y la infinidad de bichos, orugas, arañas, mariposas y demás que pueblan el rain forest.







Lo más interesante de la salida fue llegar al famoso Canopy Walk del Taman Negara, un recorrido colgante que transcurre entre 30 y 40 metros de altura por las copas del los árboles, y que en esta caso es el más largo del mundo ya que tiene una longitud de unos 500 y pico metros. La mala suerte fue que estaban reparando una zona del mismo, y al final sólo disfrutamos de 270 metros de recorrido por las alturas. De todos modos fue espectacular, y la visión y los sonidos de la selva ahí arriba son únicos. Aquí os adjunto unas fotos para que os hagáis una idea.






Al final, tras un ataque de valentía y quizás también de racanería, no sé qué factor de los dos influyó más, decidimos adentrarnos en la selva por nuestra cuenta, asegurándonos antes de que los caminos estaban bien señalizados, pagando nuestros 2,50 euros para reservar dos camas en el hide y preguntando a los locales por las precauciones a tomar par que no nos faltara nada imprescindible durante nuestra excursión, cosas como cantidad de agua necesaria, saco de dormir sí o no, mosquitera… en fin. Igualmente sabíamos que de nuevo las afamadas leeches o sanguijuelas poblaban el parque, sobre todo tras días de lluvia como había sido el caso, por lo que preguntamos insistentemente a todo el mundo que pudimos la manera de evitarlas, ¡íbamos a estar dos días en la selva, y no estábamos dispuesto a acarrear ningún parásito chupasangre! Respuesta: Baygón anticucarachas. Sí amigos, el espray verde que se vendía en todas y cada unas de las multi-stores locales era el remedio que utilizaban los autóctonos para evitar las leeches. Según ellos era tan sencillo como rociar los zapatos y calcetines, nunca la piel directamente claro, con aquel espray, lo cual evitaría que los bichos subiesen por ellos en busca de piel en la que engancharse. ¡No compramos un bote sino dos!

Y allá que nos dirigimos al día siguiente, con una ruta por delante de 11 kilómetros y una estimación de seis horas para cubrir el recorrido. El camino transcurría en su mayoría por un trazado paralelo al río, y sólo en los últimos dos kilómetros se adentraba al interior de la densa selva donde se localizaba el hide. Ya nos habían avisado de que el trazado era relativamente duro, sobre todo por las subidas y bajadas constantes de los pequeños y no tan pequeños barrancos por los que se deslizaban arroyos que iban a parar al río que quedaba a nuestra izquierda. Y nada más comenzar el trekking allí estaba, cruzada en medio del camino, sin distinguir bien si era una raíz más en el suelo o no, una serpiente completamente negra y absolutamente quieta que por suerte pudimos reconocer. No llega a ser así y la piso, o se me mueve bajo los pies o algo y me muero del susto… Afortunadamente mientras la observábamos en la distancia retrocedió sobre sus pasos y se perdió en la hojarasca.

El calor era asfixiante, y la humedad no os cuento, lo cual combinado con las subidas y bajadas constantes y nuestra indumentaria de manga larga y pantalón largo, en la selva hay que cubrirse señores, hacía que estuviéramos sudando lo que no habíamos sudado en los tres meses de la India. Y no estoy exagerando. Además tampoco queríamos bajar mucho el ritmo ya que las amenazas de la jungla eran constantes, las leeches estaban al acecho paradas en medio del camino y esperando notar las vibraciones del suelo para ponerse a explorar como locas hasta encontrar donde engancharse, a algunos mosquitos y otros insectos voladores no parecía importarles el sabor amargo del repelente que cubría nuestra piel, e incluso un abejorro o lo que fuera aquello me embistió y picó en la frente provocándome un calorcito que afortunadamente no fue a peor. “Venga chico, que cuanto antes lleguemos a la cabaña esa antes descansamos, ya comeremos allí”, le decía yo a Andrés quien desistió de parar a comer sentado en un tronco al ver un par de sanguijuelas que se dirigían a sus zapatos como si de un imán se tratara. A todo esto el entorno y el paisaje eran espectaculares, solo que no estábamos en la situación de pararnos y recrearnos posando y haciéndonos fotos. Los peligros de la selva no eran pocos. A pesar de ello pude capturar a Andrés en una instantánea en la que no debéis de dejar de apreciar sus nada favorecedoras transparencias, ¡je,je!. Haced zoom por favor, así veis que no estoy exagerando cuando os digo lo que sudamos.



Por fin vimos un clarito en la selva. “Mira, ahí está el hide”. Unas largas escaleras subían a la cabaña que parecía estar a la altura de un segundo piso aproximadamente. Pero no fue tan fácil como subir y despojarnos de nuestras mochilas para descansar, comer y reponer fuerzas. Conforme nos acercábamos a la base de las escaleras un zumbido omnipresente y cada vez más ensordecedor nos rodeaba por completo. Sí, eran abejas, creemos, cientos de abejas que revoloteaban al inicio de las escaleras, a lo largo de todos los escalones y, sin apenas darnos cuenta, alrededor de nosotros, inspeccionando los colores de nuestras mochilas, persiguiéndonos cuando reculamos para alejarnos de la nube de insectos. A ver quién era el guapito que entraba en el hide, ¡menuda bienvenida! Evidentemente teníamos que dormir allí, no teníamos tiempo, y mucho menos fuerzas, para volver andando seis horas sobre nuestros pasos hasta el pueblo. El pánico se apoderó de la situación mientras dábamos vueltas sobre nosotros mismos y uno alrededor del otro avisándonos mutuamente de donde estaban las abejas que nos perseguían a cada uno… surrealista. Pero afortunadamente la psicosis no llegó a más, y el guapito que se atrevió a coger el seguío y subir las escaleras fue mi Andrés, que cuando menos me lo esperaba me dejó sólo allí abajo y con una cara de imbécil que no veas, mientras él ya se había refugiado y puesto a salvo en el interior de la cabaña.

¡Ea, pos nada, p’arriba! Y allí que me dispuse a subir las escaleras tranquilamente sin molestar a nuestras vecinas pidiéndole a todos los santos, vírgenes y cristos -en estas situaciones viene muy bien creer en estas cosas- que no me picara ninguna de aquellas zumbonas criaturas. Cuando alcancé el pomo de la puerta sin que nada hubiera ocurrido mis niveles de adrenalina bajaron de inmediato. “Uff, ¡menos mal!” Pero cuál fue mi sorpresa, pequeño saltamontes, cuando abrí la puerta y el zumbido dentro era igual que fuera “ahhh”. Evidentemente, la ventana alargada por la que de seguro –sí claro- avistaríamos la rica fauna salvaje del Taman Negara era una abertura sin cristal, ni mosquitera ni nada. Sinceramente, en ese momento me vi acabando como McCaulay Coulkin, o como se escriba, en su película “Mi chica”. Mira que hace años y tengo mala memoria, pues se me vino la película a la cabeza con total claridad.

Lógicamente aquello había que resolverlo. Afortunadamente nuestro equipaje llevaba todo lo necesario: mosquitera, chinchetas, pinzas y una cuerda para colocarla en las literas de madera, y antihistamínicos por si la cosa se ponía chunga como en la película. Lo único que faltaba era paciencia y autocontrol para no entrar en pánico mientras colocábamos el dispositivo protector. Nuevamente tuvimos éxito y nos pusimos a salvo lo más rápidamente posible. Además llevábamos parches de piretrina para repeler los mosquitos que de seguro también entrarían por la ventana, eso fijo. Coronel Tapioca total, pero esta vez con razón, por no hablar de las pastillas potabilizadoras de agua que nos permitieron beber agua de los arroyos cuando acabamos con los seis litros de agua mineral que portábamos inicialmente.

No hace falta decir que estamos vivos, que resolvimos la situación con éxito y que al menos pudimos dormir, eso sí, no vimos tapires, ni elefantes, ni cochinos-jabalíes ni na de na… en fin, nos conformaremos con los impresionantes sonidos de la selva y con haber superado con éxito esta aventura. A continuación os pongo una foto del chiringuito que nos montamos. Se nos ocurrió arrimar la litera a la ventana de modo que a través de la mosquitera podíamos observar el claro de la selva protegidos de las abejas. En la segunda foto aparece la vista que teníamos desde el hide.




Al día siguiente lo mismo. Otra vez las abejas. Pero solo hacía falta recoger y pirarnos. Teníamos pensado hacer la vuelta por otra ruta diferente a la del día anterior, de modo que la ruta final sería un recorrido circular que nos llevaría de nuevo al pueblo. Pero esto pudo ser. En el nuevo itinerario hacía falta cruzar un río por una zona en la que no había puente. El poder hacerlo o no dependía de los niveles de agua que llevara el cauce, y parecía que en estas fechas era suficiente como para cubrirnos hasta la cintura. No estábamos dispuestos a empaparnos y continuar la ruta de vuelta con los zapatos empapados, así que decidimos tomar el mismo camino que el día anterior pero en sentido opuesto. La decisión fue matadora, ya que desde las primeras horas notábamos el cansancio acumulado, la falta de buena alimentación y la mala noche en esas literas de madera sin colchón. De nuevo gracias a nuestros aislantes pudimos dormir algo. Las constantes subidas y bajadas estaban acabando con nuestras fuerzas, pero de nuevo no queríamos bajar el ritmo. En algunos momentos en los que ascendíamos barrancos casi verticales enganchados a una cuerda creí que no podía… Finalmente llegamos a Kuala Tahan en menos tiempo del esperado en comparación con lo que habíamos tardado el día anterior.

- ¡Mira Andrés!, aunque tuviéramos pensado irnos mañana a las islas de la costa este, yo necesito un descanso. Mañana nos quedamos aquí sin hacer nada, dormimos, comemos en el restaurante flotante ese que nos gusta y ya está- sugería, o más bien informaba, a Andrés.

- Venga vale, por mi encantado –

Al día siguiente recobramos fuerzas. Además encargamos en el hotel que nos pusieran una lavadora. ¡La segunda colada que encargamos desde que estamos de viaje! Llevábamos ya tres meses y medio lavando a mano como las antiguas. Es duro… y no queda igual que a máquina. ¿O seré yo? Que no sé frotar bien…

Y aquí fin de nuestra aventura forestal, ya que dirigimos nuestros pasos a la paradisíaca costa este de Malasia peninsular. Nuestra primera parada Pulau Redang, una isla que según teníamos entendido era uno de los mejores sitios del mundo para hacer snorkelling dada la claridad de sus aguas. Lo único malo es que para poder disfrutar unos días allí estás obligado a contratar un pack de viaje que incluye bote a la isla, alojamiento en hotel con pensión completa y salidas a distintos punto a hacer snorkelling. A esta isla no existe transporte local que puedas coger por tu cuenta, ni siquiera existen alojamientos para viajeros independientes que no tengan reserva previa, así que decidimos pagar un extra sobre nuestro presupuesto y disfrutar de esas afamadas aguas y sus arrecifes de coral.

La experiencia no fue exactamente lo esperado. Os cuento. Nada más bajar del minibús, que nos dejó en el embarcadero, nos vimos rodeados de decenas de familias chinas de tres generaciones que se amorraban impacientemente a los barcos todavía no preparados para salir. Las chinas ya disponían de pamelas que acababan de comprar en los puestos del embarcadero, y no se habían dejado atrás sus cestas repletas de comida y snacks para su excursión del año. Como nota discordante estábamos Andrés y yo, los únicos occidentales, y una pareja de musulmanes malayos que no paraban de hacerse fotos de una manera compulsiva en todas las posturas y gestos… no exagero, en el viaje de vuelta lo pillamos a él autofotografiándose haciéndose el dormido en los asientos del bote ¡muy fuerte! El hotel resultó bastante decente, bueno, concretamente el mejor hotel en el que hemos estado hasta ahora, pero sin lujos. Eso sí, el enclave era espectacular. Y allí que nos las aviamos para conseguir comida y relajarnos entre las hordas de chinos que bajo nuestro punto de vista resultaron ser de lo más entretenido. Otros hubieran muerto de desesperación.

Así que allí estuvimos dos noches y tres días, saliendo a hacer snorkelling por distintos puntos del archipiélago, y jartándonos de café, tostadas y postres chinos entre una excursión y otra. Nada de manjares exquisitos pero cantidad no faltaba, que eso también cuenta. Los fondos marinos nos deleitaron con pequeños tiburones, multitud de peces payasos en sus anémonas, alguna que otra raya e infinidad de peces de colores. No son los arrecifes más bonitos que hemos visto, pero el agua sí que era la más clara. Como curiosidad os cuento que las mujeres musulmanas no se privan de hacer snorkelling, eso sí, con pantalones largos y camiseta de manga larga, y las gafas y el tubo colocados encima del velo ¡toma ya! A continuación o pongo unas fotitos de la isla con algunas poses de lo más natural. Todo para vosotros. La experiencia submarina fue mejor en nuestra siguiente etapa, pero eso ya le toca a Andrés, que yo ya me he colao escribiendo –no creáis, que me ha costao lo mío-.







Y por último os adjunto un mapa muy chulito de la ruta que llevamos hecha, no sé hasta que momento está actualizado. Una cortesía de María y de mi hermano Aitor, que se lo han currado que no veas. Desde aquí mil gracias y un beso enorme. Todo para que nos sigáis con más facilidad y mejor orientación. Mil besos a todo y hasta pronto.

Antonio


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8 comentarios:

  1. andrés, lo siento, pero cuando he visto tu primera foto cruzando el puente, de lo primerito que me he acordado es de nuestro ilustre ex-seleccionador nacional, Camacho con las axilas PETADAS!!!, lo sé, soy así de básico y primario, no lo puedo evitar.
    Antonio, en esta ocasión no ha habido Maricarmen la porterita, ni nadie por el estilo, bueno las chupasangres esas (que tampoco hay fotos...), pero has narrado este tramo, bien, bien, bien!!, y lo de la auto-foto del chino haciéndose el dormido, tampoco está mal.

    os quiero bastante.
    no dejad de ser chorras, nunca, no merece la pena el cambio.

    por cierto hoy a subido el iva aqui.

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  2. si cariños, como bien dice mi compañero de escritura bloguera, aqui ha subido el IVA y yo estoy ya hasta los mismos cojones de subir precios en mi tienda, asi que dejemos el tema, por favor...

    en verdad os digo que dais un poco de morbo con las camisetas mojadas, me habeis recordado a los hombres que aun se ven por mi pueblo con sus mochilas fumigadoras a la espalda para sus pequeños huertos a las afueras de hinojos, yo tambien las use hace años en un par de ocasiones.

    chicos, si quereis adentraros en algo sin tantos bichos cuando volvais os puedo organizar una noche en la choza de la marisma hinojera cuando sea tiempo de lanceos o saca de yeguas, ahi con una tienda o un saco, una "arroba" de vino, un cacho de queso, pan y dos tomates se echa una noche que os acordareis mientras vivais (sera mu bonito to lo que estais viviendo, pero la cabra siempre tira pal monte, jejeeje), sin mas os dejo en esta entrada, con ganas de veros mil, pero mientras aguanteis por el mundo es buena señal, millones de bezitos pa los dos y a seguir vuestra lucha contra las "leeches" jejejej!!!

    P.D. el orgullo del sur (el orgullo gay sevillano) exito rotundo, hemos salido inclusive en portada del correo de andalucia del dia 27/06/2010 y vestios de bomberitooooos!!! jejej

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  3. Uff...leí esto a las 11.30 de la mañana; son las 14.45 y sigo oyendo el zumbido de las abejas...que repelús!! Tendrá algo que ver mi alergia?

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  4. hola aventureeeroooss!!!!! que acojone lo de la selva!!!esto es una aventura!! que risa con lo del final de la pelicula de mi chica, quien no se acuerda de ese final!! que lloreeeera!!!
    empece a leer por la noche cansaita y mire todo lo que havia escrito y pense que no lo leeria todo, posss DEL TIRON!!!ademas le iva retransmitiendo a lluis todo lo que iva pasando!! nerviosita perdia hasta que volvisteis de la selva!! y la peaso recompensa en esa playa del sueño, ZOOO CABRROOONESS!!! que endivia al roqueford!!jejeje, bueno que ya tengo tomates en el huerto, los alvaricoques es que me gusta la palabra, pero no tengo,jeje, SUS mando un beso enorme desde el pobleeeeeee!!!! muuuuuuuuak!!!!

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  5. Ei chavales! Vaya tela telita la historia de la selva... estais hechos unos campeones, ahí, viviendo al límite! Uff, no en serio, que yo sé que tuvo que ser difícil mantener la sangre fría pero, ayayaya lo que me hubiese gustado estar ahí... Y la playa, qué os digo? Ya sabéis que a mi me pirra una arena blanquita y una agüita clara, ummm. Y bueno, al final estáis consiguiendo vivir vuestro Pekín Espress particular, los "otros competidores" no saben que ustedes estáis pelaos de ver este programa y tenéis las estrategias, "mira: asín, asín". Chicos, que relatos... que entretenimiento! Aitor y María, me encanta la idea del mapa! Por cierto (?) que esta semana no daréis abasto con eventos deportivos, no? Bueno chulitos, lo dicho, que estoy encantada cada vez que tengo un ratito pa leerme las historietas que nos contáis, un beso fuerte! Seguir cuidándose por dios! que a veces me da la vena madre y hasta me preocupo!

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  6. Buenas !!!...
    Andaba yo dando un repasito al blog en la madrugada, en plan terracita de verano ya montá, cuando al leer esta historia en la selva a la que, jugando con la ventaja de saber de antemano que volvisteis enteros, me hubiera encantado compartir in situ (el momento "sonidos de la selva" pal que reparte), me ha vuelto una experiencia de pérdida de estribos que tuve con millones de mosquitos en la Playa De Doñana haciendo lo que luego me enteré que se llamaba cicloturismo con Carlitos y sólo en los 5 milisegundos que tardamos en montar la tienda (sin techo ni ostias): ESTO ES PAL QUE LE PASE LA VIRGEN SANTA!!!. Sois unos campeones.
    Os echo de menos zagales, y al mismo tiempo quiero y me gusta que aumentéis esta sensación con el paso del tiempo así. Da gusto leeros disfrutar (bonito palabro). A parte de esto, Jesús Vázquez ha sido Portada de Interviú, por si este tipo de noticias no las seguís, y aunque tiene uno de los mejores sobacos que he visto en los últimos tiempos (ja, ja, ja,..), me ha resultado un reportaje fotográfico de lo más Light, o no?.
    Bueno, que os respondo en otra ocasión. Boses feurtes (es que es otro idioma, que risina más grande) y a seguir así.
    P.D.: también me he acordao de lo divinamente que suena un quejío por Claudio en el metro de Barcelona, gracias a los dos por dar tanto siempre.

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  7. Bueno bueno bueno...aki estoy repasando antiguas entradas del blog, mientras pasn las horas en una guardia más del mes de agosto con levante...y me habeis hecho recordar ese momento chinorris locos por las fotos absurdas!! No flipais con los caretos y las moñerías que hacen para salir en las fotos? Me quedo sin duda con el colega haciendose el dormido en autofoto...Mortalitos son estos chinorris!!! Jajajajajaja
    Ayyyy, cómo me habría gustado veros y escucharos en esa selva repleta de bichos peligrosísísimos!!! Una nueva aventura más que contar a los nietos....
    Yo creo que ya teneis de sobra para montar una peli...personajes varios, aventuras..Diversión asegurada vaya!!!
    Más besitos pa los chulinos...A cuidarse!!

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  8. Por cierto...playazo...Vaya sitio paradisiaco!!!! Disfrutaaaaaaaad

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