martes, 20 de julio de 2010

Un poco de todo en Laos

Siempre que me toca a mi parece que la cosa se retrasa “un poco”. Pero en este caso tengo dos excusas. La primera es que la tecnología de las tres uves dobles todavía no ha invadido y revolucionado Laos en su totalidad. Y la segunda es que últimamente estamos viviendo un pico de actividad social que nos está impidiendo tener más ratos libres para escribir.

Así que una vez más trataré de ser breve, ja, y os contaré nuestras primeras experiencias en este país que por el momento nos tiene encantados de la vida. Aunque nunca podrá ser tan pegajoso como la India, la visa que tenemos es de un mes, y además ahora ya hemos cogido un buen ritmo de viaje. Al lío.

Dejamos Vientiane, hace ya bastante tiempo, rumbo al norte de Laos, concretamente hacia Vang Vieng. Para ello contratamos el viaje en autobús en el propio hostal donde nos estábamos quedando. Era incluso más barato que el autobús local desde la estación pública de autobuses, y además nos recogerían en la puerta. Esa misma mañana ya empezamos a disfrutar del ritmo relajado que tiene todo en Laos; nos recogen tarde, nos llevan al autobús que por cierto no estaba nada mal, y allí que echamos una horita más esperando que llegarán otros guiris de otros albergues y hostales. No pasa nada, venimos informados de que aquí todo hay que tomárselo con una sonrisa en la cara, si te enfadas el autobús no va a salir antes y otra cosa no, pero tiempo a nosotros nos sobra. El viaje lo hicimos por la ruta 13, una carretera de las más importantes del país, no existen autopistas, y pronto empezamos a disfrutar de la arquitectura más típica de Laos: casas con paredes de madera o cestería, techos de paja y elevadas del suelo al menos un metro, casi siempre más, lo cual evita que se vean afectadas por las probables inundaciones en la temporada de lluvias. Preciosas.

Vang Vieng es una ciudad poblada casi en su totalidad por turistas y sin mucho encanto. Casas de nueva construcción, calles anchas sin posibilidad para refugiarte del sofocante sol, rebosante de bares, internet-cafés y hostales y sin ningún interés religioso ni cultural. ¿Y qué hacen aquí entonces cientos de guiris, miles cada año? Más aún, ¿qué hacíamos nosotros allí? Pues hacíamos tubing… sí, tubing.

Por Vang Vieng pasa el río Nam Song, no el Mekong, como escuché a una turista contarle a su familia por skype a grito pelao en un ciber-café. La diferencia principal es el volumen de agua, ya veréis fotos del Mekong y notareis la diferencia. Además sería mucho más peligroso hacer tubing en el Mekong. Eso sí, los dos comparten el color marrón-rojizo de sus aguas, el cual le viene dado por la tierra roja que caracteriza a todo el país, una tierra muy fina y de naturaleza arcillosa. Cuando la tierra está seca los coches levantan nubes irrespirables de polvo rojizo, y cuando está húmeda forma un barro impermeable que permite acumular agua en los arrozales. Los colores que dominan las zonas rurales del país son el rojo de la tierra y los ríos y el verde del arroz y la vegetación más salvaje.

El tubing consiste, como habréis podido intuir, en utilizar un neumático de camión a modo de flotador para dejarte llevar río abajo. Pero además de para disfrutar de unos paisajes espectaculares y para teñirte la piel y la ropa de un rojo casi perenne, el tubing es una forma de salir de marcha. Sí, una marcha fluvial y diurna. Ya estábamos avisados y habíamos leído acerca de la famosa actividad desarrollada muy profesionalmente en Vang Vieng, pero la realidad superó nuestra imaginación. Parecíamos dos idiotas cuando el tuk-tuk nos abandonó, junto con otros cinco guiris, a tres o cuatro kilómetros río arriba de Vang Vieng. Entonces se suponía que debíamos echarnos al agua y volver nosotros solos al stand donde, por una cantidad nada despreciable de kips, habíamos alquilado nuestro neumático. Antes de acercarnos a la orilla ya empezamos a escuchar la música a todo volumen de los primeros bares que se asomaban al río, y varios chicos nos animaban desde lejos a que nos acercáramos y tomáramos en su bar los primeros chupitos de whisky gratis. 12:30 de la mañana. Mejor nos echamos al agua y vamos viendo cómo funciona esto, pensamos Andrés y yo.



Dicho y hecho. Los dos con el culo metío por el agujero del donut y remojándolo en el agua, muertos de la risa y siendo acosados desde el minuto uno por los empleados de los bares que se encontraban a una y otra orilla: nos hacían señas y llamaban la atención con banderas de colores fosforito, nos gritaban a un volumen que superaba los decibelios de los altavoces de metro y medio con el musicón, y más importantemente, nos lanzaban flotadores y botellas de plástico medio llenas de agua y enganchadas a una cuerda para que, aferrándonos a ellas, pudiéramos ser remolcados a su bar. No salíamos de nuestro asombro. A todo esto la corriente del río era considerable.

No tardamos en ponernos de acuerdo para hacer nuestra primera parada y tomar nuestra primera cervecita. Era importante entonces que los dos pudiéramos acercarnos a la orilla o engancharnos, como peces que pican el anzuelo, a los objetos atados a la cuerda que contundentemente nos serían arrojados. Objetivo conseguido, pronto estábamos tendidos en una alfombra con nuestra BeerLao en la mano, y la uña de nuestro dedo meñique pintada con esmalte para indicar que al haber consumido teníamos derecho a todas las actividades que el bar nos ofrecía de manera gratuita, aparte de mover el esqueleto claro: resbalar y saltar al agua por un tobogán de unos 15 metros de largo y alicatado por dentro con azulejos blancos, deslizarnos sobre el río por una tirolina a 5 metros del nivel del agua o lanzarte al agua enganchado a una cuerda a modo de liana. Os muestro la foto de cuando salté valientemente a modo de Tarzán. Sinceramente fui incapaz de hacer una foto decente de Andrés saltando, así que protagonizo yo este momento de aventura.



Además, en los diferentes bares, también se puede jugar al billar, a los dardos, descansar en una hamaca, y no sólo emborracharte, sino que además te puedes poner fino filipino a base de los porros que te venden listos-para-fumar o comiendo toda una serie de comidas y batidos happy o magic, ya sabéis a lo que me refiero. ¡Tranquila familia! Todavía no he perdido la cabeza. Nosotros nos ceñimos a beber unas cervecitas prudentemente y disfrutar del paisaje y de la actividad que de hecho era especialmente entretenida. Así cada año en temporada alta, enero y febrero, cuando esto debe estar macizo y la movida debe ser bastante gorda, mueren uno o dos guiris por cometer la imprudencia de consumir drogas desconocidas y hacer tubing. Una pena la verdad.



Y de vuelta a Vang Vieng había bastantes pocas cosas que hacer. El precio de la hora de internet estaba fijado en toda la ciudad y a una cuantía excesivamente elevada, más de tres veces lo que pagábamos en Vientiane. Sólo había que elegir uno de entre los numerosos bares y restaurante para cenar y tomar unas cervecillas. La oferta era de lo más curioso, desde el Aussie Bar, en el que nos acordamos de Cristina bebiendo nuestra BeerLao envuelta en un apretado stubby holder, al bar que en tres pantallas diferentes pasaba en paralelo los DVDs de Friends desde por la mañana hasta el cierre. Aquí os muestro una foto en la que se ven las mesas bajitas en las que los guiris nos sentábamos semitumbados y mirando todos en la misma dirección; surrealismo en Laos. Majo, te hubiera encantado y no paramos de acordarnos de ti. ¡Por favor! ¡Montadle a la niña un bar así en Barcelona!



Y al día siguiente pudimos disfrutar de una de las excursiones más bonitas que hemos hecho hasta ahora en el viaje. Nos alquilamos unas bicicletas y nos alejamos del paraíso guiri de Vang Vieng, adentrándonos en los paisajes más típicos de arrozales y masas de roca kárstica con sus paredes y vegetación característica. Las volveremos a ver en muchos otros puntos del país, y supongo también en Vietnam en el futuro. En principio queríamos visitar alguna de la multitud de cuevas que alberga las montañas de roca caliza del entorno, pero tras asomarnos a una de ellas, decididamente apostamos por pasar un poco de largo y disfrutar intensamente del paisaje, las aldeas y sus gentes, y sobre todo de la tranquilidad del Laos más rural que por lo que hemos visto más tarde es de lo mejor del país.





Así, llegamos a parar a una aldea en la que no había casi nada y por supuesto no había un restaurante que nos estuviera esperando con una carta en inglés. Tras preguntar con señas a varios niños, una mujer fue capaz de acompañarnos a lo que parecía ser la tienda de chucherías, y que al final resultó serlo todo en el pueblo: tienda de comida, restaurante, bar, droguería, etc. Era la primera vez en todo el viaje que llegábamos a un sitio que, a pesar de no ser especialmente remoto, no conseguíamos comunicarnos con nadie a través del lenguaje. Allí que nos atendió un hombre y de nuevo a base de gestos conseguimos que entendiera el hambre que arrastrábamos. Evidentemente allí nadie eligió plato ni nada, y estábamos dispuestos a comernos lo que fuera. El rato resultó de lo más agradable ya que el señor, que no se achantaba por la barrera lingüística, se sentó con nosotros a ver cómo comíamos y a intercambiar información de lo más básico pero también de lo más interesante. Nos enteramos que el sticky rice (arroz pegajoso) tan consumido en el país hace que se te empine la churrina, mientras que el arroz blanco tal y como lo conocemos en España no sirve para nada. ¡Vaya chasco! Recordaremos siempre ese ratito que echamos con el hombre. Os añado una foto de la tienda-restaurante y otra con el señor.





Una vez comidos emprendimos la vuelta a Vang Vieng y paramos por el camino a tomar un cafelito y a echar algunas fotos aprovechando la luz que había. Os enseñamos algunos de los paisajes que atravesamos, sinceramente unos de los más bonitos que he visto, ¿qué pensáis?







Nuestra siguiente parada fue Luang Prabang, una ciudad situada al norte de Vang Vieng y a orillas del Mekong, concretamente donde se une con el río Nam Khan formando una península rodeada de agua dulce que constituye la zona más antigua de la ciudad. A modo de resumen se puede decir que Laos no existió como tal hasta que un príncipe khmer, del antiguo imperio camboyano, conquistó y unificó la zona a mediados del s. XIV arrebatándosela principalmente a los thais. Entre otras razones, este príncipe fue responsable de tal campaña en tierras tan lejanas por acostarse con una de las concubinas de su padre… si es que en tos Laos cuecen habas. A los pocos años uno de los reyes descendientes de este conquistador inicial recibió como obsequio el Pha Bang de sus colegas khmer, una escultura de un Buda que sería alojado en Luang Prabang y que le otorgó a la ciudad su nombre. Desde entonces dicha ciudad ha sido la capital real de uno de los tres reinos en los que en el s. XVIII se dividiría Laos por los ataques de birmanos y thais, junto con Vientiane y Champasak más al sur. En la más reciente reunificación del país bajo el protectorado francés, a finales del XIX, Luang Prabang se constituyó como la capital real además de ser el centro religioso más importante del país, venerando principalmente al Pha Bang y albergando multitud de templos budistas.
La ciudad se aloja en terrenos llanos rodeados de colinas y bosques, y las casas y templos se encuentran dispersos entre arboles, jardines y calles de tráfico muy relajado. De nuevo disfrutábamos del ritmo lento y sosegado que caracteriza el país. Abajo os añado unas fotos de las vistas desde el Phu Si al atardecer, la única colina que existe en la ciudad. En la primera se ve Luang Prabang hacia el oeste y el río Nam Khan, y en la tercera la puesta de sol tras la orilla este del Mekong.







Obviamente las actividades en Luang Prabang fueron de lo más cultural y principalmente visitas a templos. Uno de ellos es de los más importante y antiguos en Laos, el Wat Xieng Thong del año 1560. Este templo se caracteriza por los tejados, que llegan prácticamente al suelo, y por los mosaicos de cristal que adornan la pared trasera externa y alguna que otra construcción dentro del mismo complejo.





Otro de los edificios más importantes de la ciudad es el antiguo palacio real, antiguo porque los reyes aquí ya no pintan nada. “Lao PDR” significa Lao People’s Democratic Republic, o lo que es lo mismo, República Democrática Popular de Laos. Concretamente los últimos reyes fueron derrocados en la revolución cultural de 1975 en la que se instauró el comunismo en el país, tras lo cual el matrimonio real fue enviado a las montañas del noroeste. Allí el rey y la reina fueron encerrados y murieron finalmente por falta de alimentación y cuidados médicos, ¡toma ya!, y esto fue en el ’75. Ahora el palacio real es el Museo Nacional que muestra las estancias tal y como quedaron en 1975 y alberga en una de sus habitaciones al Pha Bang. Evidentemente en ningún lado del museo se habla del proceso de abolición de la monarquía y de cómo se quitaron de en medio a los últimos habitantes de la casa. Abajo os adjunto una foto del palacio real y del templo que, aunque planificado inicialmente, se está acabando de construir actualmente. Cuando esté terminado albergará al Pha Bang.





Por las noches había poca cosa que hacer en la ciudad. No sé si Andrés os ha comentado ya que aquí en Laos hay toque de queda a las 23:30. Exactamente no sabemos muy bien en qué consiste. Parece que es algo estricto para los bares restaurante y comercios, los cuales han de cerrar a esa hora, aunque las personas pueden todavía permanecer en la calle. A pesar de esto a partir de las 23:30 todo está muerto, claro, en la calle no hay nada que hacer. Así nos limitábamos a cenar cada noche en el mismo sitio y bastante temprano, un callejón cerca del mercado nocturno de artesanía, pero que en este caso alojaba multitud de puestos de comida all-you-can-fit. Esto se traduce como “todo lo que puedas llenar”, y la mecánica era “todo lo que puedas llenar tu plato por 10000 kips (1 euro)”. Así tenías varias cosas para elegir, y lo podías mezclar todo y hacer montañita en el plato. Aquí una foto de las chicas que cada noche nos daban de comer.



Como ya os he comentado Luang Prabang es la ciudad más religiosa del país y la que alberga mayor número de templos budistas. Andrés ya contó que lo de ponerse a monje es algo habitual entre los chicos, aunque más que habitual es recomendable o necesario, ya que así terminan de formarse como hombres maduros y de provecho. Además esto constituye una razón de orgullo para la familia, la cual al hacer esta aportación al culto de Buda tiene más méritos a la hora de reencarnarse en mejores condiciones en las siguientes vidas. En el Wat Manolom tuvimos la oportunidad de colarnos en una ceremonia de “meterse a monje” de un chico. Primero pedimos permiso con señas y luego nos sentamos al fondo del templo, aunque en aquel momento no sabíamos qué era exactamente lo que estaba pasando realmente. Fue curioso y al final entretenido, ya que los familiares comenzaron a lanzar caramelos y billetes de 1000 kips (10 céntimos de euro) para que los más pequeños de la familia se revolcaran a gusto como si de la cabalgata de los reyes magos se tratara. En la primera foto salgo hablando con algunos novicios en el momento en el que les mostraba en un mapamundi del iPod dónde estaba España. Fue entonces cuando nos explicaron lo que había ocurrido en la ceremonia a la que acabábamos de asistir. En las otras dos fotos aparecen los novicios y monjes en otra ceremonia a la que asistimos más tarde, una especie de rezos a Buda entonando al unísono lo que podrían ser algo parecido a los mantras de la India.







Otra de las cosas más curiosas y bonitas fue presenciar al Tak Bat. Como ya he comentado antes el objetivo del budismo es, resumiendo en exceso, conseguir reencarnarse en mejores condiciones en las siguientes vidas. Lo de alcanzar el nirvana como hizo Buda es algo que ya casi ni intentan los budistas de a pie. Así lo que trata de hacer un buen budista en Laos es hacer méritos. Además de mandar al niño a ponerse a monje, también consigues muy buen puntaje si haces ofrendas a los monjes. Los monjes son enormemente respetados y, entre otras cosas, no se les debe tocar ni colocarse a una altura física superior a ellos. La ceremonia del Tak Bat consiste en que los monjes y novicios de cada templo recorren en fila las calles de la ciudad entre las 5 y las 5:30 de la mañana y en estricto silencio; durante el recorrido pasan por delante de ciudadanos que, sentados en el suelo, donan comida que colocan en los recipientes redondos que cada monje lleva consigo. El esfuerzo de levantarse a las 4:30 mereció la pena. Aquí unas fotos matutinas.







En Luang Prabang estuvimos finalmente cuatro o cinco días, tras lo cual nos dirigimos de nuevo a Vientiane para, desde allí, iniciar nuestra ruta hacia el sur de Laos camino de Camboya. Pero no queríamos volver sobre nuestros propios pasos y recorrer de vuelta la ruta 13 pasando de nuevo por Vang Vieng. Decidimos visitar la provincia de Sainyabuli, al este del Mekong y limítrofe con Tailandia, desde donde podríamos tomar un barco río abajo por el Mekong rumbo a Vientiane. Pero para ello tendríamos que hacer dos etapas consecutivas por tierra, primero hasta Sainyabuli, la capital de la provincia, y al día siguiente rumbo a Pak Lai, donde podríamos montarnos en el barco que en ocho horas nos dejaría en Vientiane. El viaje en bus a Sainyabuli fue correcto, eso sí, por carreteras de tierra. Del total de 29811 kilómetros de carretera en Laos, sólo 4010 kilómetros están asfaltados. Ya nos daríamos cuenta de la crudeza de estos números al día siguiente cuando, tras pasar encerrados en la habitación de Sainyabuli casi toda la tarde evitando el calor y el sol, saliéramos rumbo a Pak Lai en un sawngthaew. ¿Y qué es un sawngthaew os preguntaréis? Pues aquí os pongo una foto. Es una camioneta tuneada para que en la parte trasera puedan sentarse en dos banquitos longitudinales hasta 23 personas mayores y tres niños, amontonar maletas y mochilas sobre las que sentarse y viajar de espaldas, acumular sacos de grano y verduras, llevar pescados coleteando en bolsas de plástico y gallinas en cajas de cartón, y por supuesto relincharse en la estructura metálica más trasera y viajar todo el rato de pie. Evidentemente sin ventanas ni aire acondicionado, sino más bien tragando la nube de polvo que el propio vehículo levanta en la carretera seca no asfaltada. Y esto no es exageración, aquí la gente lleva su propia mascarilla para al menos mantener sus pulmones a salvo. No sé si os ha dado esa impresión, pero el viaje de seis horas a Pak Lai fue lo peor que hemos sufrido en estos ya casi cinco meses de viaje. Atención si tenéis intenciones de visitar Laos, esos infernales sawngthaew son inevitables en muchos recorridos.





Por fin en Pak Lai y obligados a echar una noche allí, nos enteramos que no había servicio de barcos a Vientiane. Nuestro gozo en un pozo. No entendimos si es que habían dejado de ofrecer el servicio o qué, pero el caso es que seguro que no había. Al día siguiente nos enteraríamos de que los niveles de agua en el Mekong eran muy bajos para la época en la que estábamos y que por tanto se había suspendido el transporte de pasajeros. Frustrados y todavía acarreando el dolor de culo del banquito del sawngthaew, no cesamos en nuestro empeño de ir en barco a Vientiane, así que nos dirigimos al pequeño puerto fluvial donde se agrupaban cuatro o cinco barcos. Preguntamos a ver si alguno de aquellos cargueros iba a Vientiane al día siguiente, y por un momento pareció que sí. Nos indicaron que subiéramos al barco a hablar con el responsable, pero no hubo manera. Aunque intentamos convencerlo con sonrisas y gestos medio cómicos ese hombre acabó por darnos la espalda y hacer oídos sordos. ¡Qué bonito hubiera estado en el blog contar un autostop fluvial!



Así que nada, de nuevo a buscar transporte a Vientiane para el día siguiente. Nos despertamos temprano y preguntamos por el autobús que salía a las nueve de la mañana, aunque unos locales terminaron convenciéndonos para ir en monovolumen por el mismo precio. El transporte privado a modo de taxi supongo ilegal, es algo también común en Laos. Total que dijimos que sí. Mientras esperábamos para la salida que sería a las diez, una hora más tarde que el bus, desayunamos en una terracita desde donde pudimos disfrutar de las danzas populares de las mujeres. Por lo visto tendría lugar una jornada de deportes al aire libre en el pueblo, y las mujeres de cada barrio o aldea cercana se agrupaban para dirigirse al campo de juego haciendo paradas y bailando suaves compases acompañados por idénticos movimientos de manos y pies. Fue una sorpresa agradable y muy bonita. A nosotros, por supuesto, el que más nos gustaba era el único chico que junto al resto de mujeres y en primera fila bailaba y movía las manos. Lo hacía perfecto. Aquí os adjunto las fotos.





Por fin parecía que llegaríamos a Vientiane en un monovolumen con aire acondicionado. Eso sí, igual de apretado que el sawngthaew, yo iba delante con los pies sobre un saco de grano. Andrés iba en la segunda fila de asientos, y tras él, otras dos filas más. Pensábamos que iba a ser un viaje más cómodo, pero tras cruzar el Mekong en barca hacia la orilla oeste mi acompañante comenzó a repartir bolsas de plástico a todos los viajeros. Esto ya lo habíamos presenciado en el bus de Luang Prabang a Sainyabuli, pero nunca supimos para qué era, aunque sospechábamos algo. Pronto, cuando el conductor tomaba a toda velocidad las curvas y subes-y-bajas de la carretera a modo de montaña rusa, salimos de dudas. A él parecía no importarle, pero Andrés no pudo evitar ponerse los cascos de iPod a todo volumen para no escuchar la orquesta gutural que viajaba en las dos filas traseras. Y allí que pasamos las cinco horas hasta que llegamos a Vientiane haciendo paraditas y desechando lo que en otra especie hubieran sido egagrópilas. Con deciros que para Andrés el viaje fue peor que el del sawngthaew del día anterior os lo digo todo. ¡Por fin llegamos a Vientiane! Y por fin acabo esta entrada, ¡qué deseperación!

Aquí os dejo con este buen sabor de boca, esperando que todos estéis bien y disfrutando ya de vacaciones, viajes, playas, familia y amigos, buena comida y cerveza bien fresquita. Muchos besos a todos y hasta pronto.

Antonio

9 comentarios:

  1. uy que malo es el verano para comentar los blogggss... en fin aquí un incondicional que está a muerte con vosotros...veremos a ver la segunda quincena de agosto que nos vamos a Portugal...otra vez...si amiguitos, queremos que la lola conozca el bacalao en todas sus acepciones...
    oye que país mas bonitikillo es Laos, parece la cortegana de Asia, tan tranquilo y boscoso. os echamos de menos andresyantoniodeviaje. cuidaos.

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  2. Si Rober, ya sabiamos que nos enfrentariamos a la depresion veraniega. Pero estamos preparados para seguir contando, y sobre todo para seguir de vacaciones y de viaje cuando todo el mundo tenga que enfrentarse a la vuelta al cole. Aunque parezca mentira dariamos lo que fuera por unas cevecitas fresquitas con vosotros al lao de la paquita!!! Muchos besos a los 3

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  3. Ay qué verda que es! digo, lo de la cerveza, bueno y tó lo que diga Antonio, que es mu cabal.

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  4. amigooooooooooooooooooooooooos!!!!!!!!!! perdonad esta ausencia, pero entre que he estado de tour andaluz con mi paco, entre que no he tenido internet durante unos 10 dias y esta calor que nos va a matar asaitos como san lorenzo, la verdad que os he abandonao un poquito, pero queridos, juanfran ha vuelto a leer vuestras entradas...
    andres tu con tus personajes me haces reir siempre que te leo, me gustaria verte la cara delante de algunos, y tu antoñito mioooooo, coñioooo!! con ese don de palabras que no se de donde te lo sacas cojones que bien que te explicas, jeje!!! como siempre os digo que disfruteis, tened cuidao por alli y que os quiero mucho, y por favor, hasta que no esteis en un pais mas civilizado no "me va a entrar el cuerpo en caja" jejej, que me ha gustao siempre esa expresion, sin mas, os dejo, que si no me lio mucho

    antonio, decirte que toñi de valverde ya es mama, ayer parió a carlos, aun no lo conozco, espero hacerlo el proximo sabado, mil bezitos

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  5. Hola!!!!Mis niños,yo como estoy todo el año en verano no me preocupo!Seguiremos leyendo el Blog.Deciros que os veo en las fotos "mu dergainos"a ver si comeis un poquito mas coño,que pareceis dos radiografias.Bueno deciros que las fotos de Laos,"no me refiero al perfil"me estan gustando mucho,esas montañas y esos cultivos de arroz tienen que ser preciosos,si podeis a ver si os traeis un poquito de arroz "De ese que levanta la churrina"pa un amigo,jajajaj,bueno un beso muy fuerte a los dos,que os quiero mucho y tener mucho cuidaito con esos "miedos" de transportes tan raros.Un Beso desde Miami.

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  6. holaaaaaaaa guapitíííísimos!!!! se me estropeoooo el ORDENATA!jeje EL DISCO DUROOOO, he tenido visita y el huerto que muuuuuu guay, pero tiene un curro que te caga!!! todo esto para escusar mi ausensia. Sigo riendo y pasandomelo en grande cuando hos leo!!! estaba deseando tener un tiempo para sentarme en el sofa y leer una aventura vuestra! por cierto lo del arroz, mu buen dato!! yo tengo la misma arrocera que tenia el hombre , que sale en la foto!!! viva el arroz pegasooo!!!!!!!jejejejeje, bueno un beso molt i molt grand des de el pooooooooooblelele, muuuuuak!!

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  7. Queridos! Antonio sentrañas, que me vuelvo loca con el google maps! Yo no sé si voy a retener tanto nombre! bueno, ya te lo digo, seguro que no, pero bueno, un par de días me dura, y me creo que entiendo de geografía asiática, o peor, que he estado allí! Niños! me encantísima la foto de del arrozal con la casita al fondo que hicísteis de camino a Vang Vieng, esta me la pongo yo en el salón de mi casa, que bonita Mari!
    Oye, que tengo yo una duda técnica, cuando hacéis aventuras tipo la del tubbing, acuáticas y "extremas", que lleváis la carterita con los documentos y el dinerín en una bolsita hermética o cómo?, es que ya sabéis que a mi la logística del viaje siempre me interesó. Estáis reguapos, morenitos y qué sonrisa, qué mirada! Cuidarse amores, seguimos en el direrto, yo me he tomado ya un par de cervecita fresca a vuestra salud y la mía!

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  8. Wapossssssssss, yo no solo tengo dudas con respecto a la logística sino con todo. Ay qué pava madre, no me veo yo en vuestros pellejos y mira que me encantaría. Si me hago funcionaria lo siguient es un viaje así, obviamente no tan largo pero sí en plan mochilero-aventurero (Fran, antes iría a verte, of course), claro está previa preparación con vuestras recomendaciones, vamos, q me estudio el blog :-D.
    Bssssssssssssss

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  9. Me ha encantado todo lo de Malasia y Laos. Quiero ir!!! Y estoy de acuerdo en que el paisaje, en bici, debió de ser espectacular, muy auténtico. Aparte de las playas, claro, que hasta he soñado con esas imágenes!!
    Por cierto, mi sister y yo coincidimos en que algunas fotos parecen fotomontajes!! Os habéis fijado? A veces, según la luz, las fotos hacen esos efectos.
    También tengo una pregunta y es cómo hacéis para las fotos en que sale gente nativa. Preguntáis antes o avisáis? O simplemente sacáis rápido la foto? no dicen nada? Son las fotos que más me gustan.
    Por cierto, las imágenes que pasan por aquí del monzón en Paquistán, China e India son tremendas. Os ha afectado en algo?
    Muchos besos, aventureros!

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