Con Antonio nos habíamos quedado en el regreso a Vientiane por carretera en sustitución del trayecto en barco que pensábamos hacer. Una vez de regreso en la capital de Laos, no queríamos permanecer demasiado tiempo, pero antes de partir hacia el sur hicimos una visita que considerábamos muy importante. Se trata de COPE, una organización que se dedica sobre todo a ayudar a víctimas de accidentes relacionados con material explosivo. También ofrece su apoyo a personas que hayan perdido de alguna extremidad en otro tipo de accidente o a causa de alguna enfermedad. Tienen una exposición permanente con explicaciones sobre las bombas y la peligrosa relación de dependencia que la población rural guarda con ellas, una muestra del trabajo que realizan como ortopedas y rehabilitadores, vídeos y fotografías contando la historia de algunas víctimas y una sala con documentales. Nosotros vimos uno muy interesante sobre los trabajos de detección y desactivación de bombas por un equipo australiano que estaba seleccionando y formando a nuevos técnicos de entre la población local.
Entre los años 1965 y 1975, el gobierno de los EEUU bombardeó Laos con 2.093.100 toneladas de material explosivo durante 580.944 salidas aéreas según datos oficiales, un promedio de un vuelo cada nueve minutos. Eran bombas de racimo que estaban pensadas para abrirse antes de tocar tierra y desparramar unas trescientas o cuatrocientas minibombas (aquí les llaman “bombis”) que a su vez escupían incontables partículas de metralla al contacto con el suelo, una auténtica filigrana. Por suerte o desgracia el material debía tener alguna laguna en su diseño, y se calcula que un nada desdeñable 30% de los artefactos no funcionó bien en su momento, con lo que yace semienterrado en los campos de casi todo Laos; lo malo es que aunque en su día no funcionaran, todavía pueden hacerlo. El coste económico de semejante campaña fue de unos dos millones de dólares al día durante ¡nueve años! de fuegos artificiales a lo largo de toda la geografía del país. En cuanto al coste en vidas al parecer nadie sabe cuánta gente murió entonces, pero el asunto es que siguen muriendo personas y otras sufriendo terribles mutilaciones cuarenta años después.
En áreas rurales con los recursos limitados a la pequeña producción agrícola y la ganadería doméstica, la búsqueda y venta de la chatarra procedente de las bombas, sobre todo por niños, constituye una entrada económica muy superior a cualquier otra. Así, entre el desconocimiento relativo del peligro potencial de la chatarra y la necesidad económica de estas comunidades, el tema parece obviarse y nadie impone un remedio definitivo. De vez en cuando mueren cuatro o cinco chiquillos, pero me imagino que todos pensarán que a sus hijos no les va a ocurrir, así que los padres cruzan los dedos cuando los niños salen, y ponen la mano cuando regresan. El gobierno no parece dispuesto más que a lanzar una campaña educativa de vez en cuando, de un modo u otro hay un sector de la población que remienda sus miserias con este cambalache y, pensando fríamente, la administración busca el bienestar del pueblo ¿no? Además los intermediarios de la chatarra, que ganan una buena cantidad de dinero, están bien organizados y supongo que dejarán un porcentaje de esa ganancia en el bolsillo de algún ministrillo. O sea que entre las autoridades se impone la ceguera por encargo, ¡qué cosa tan común!
Las ayudas de otros países para la localización y desactivación del material explosivo van haciendo lentamente su tarea pero, según el ritmo actual, pueden tardar cien años más en acabar con el último rastro. Los Estados Unidos, contradiciendo su espíritu magnánimo, sólo aportan unos seis millones de dólares al año, lo que solían costar los bombardeos de tres días. Se conoce que no están muy arrepentidos.
Yo intentaba entender por qué Estados Unidos tenía ese afán de bombardear Laos, cuando quedé pasmado al saber que el país había sido declarado neutral en la conferencia de Ginebra en 1954. En dicho acuerdo se prohibía la presencia de militares extranjeros en su territorio. ¿Entonces? Bien, resulta, según la versión “más oficial”, que en esos momentos USA estaba en pleno delirio de Vietnam y los vietnamitas del norte (los malos y comunistas) pasaban al sur (los buenos, aliados con EEUU, claro) utilizando la conocida como “Ruta Ho Chi Minh”, que cruzaba Laos casi de norte a sur por el este. Yo no sé cuántos vietnamitas utilizaban dicha ruta, pero da la sensación de que Estados Unidos reunió a su consejo de sabios para inventar lo de matar moscas a cañonazos.
A mí me da que algún amigo del presidente estadounidense le había ofrecido a éste unas nuevas bombas último modelo que estaba fabricando, así que la Casa Blanca no lo pudo resistir y compró 260 millones de unidades, no se fueran a acabar. Cuando recibieron el pedido se montaron una ciudad secreta dentro del territorio de Laos (¿habíamos dicho conferencia de Ginebra o que no falte la ginebra?) para tener una base y un aeropuerto bien localizados y ¡ala, a ver quién es el guapo que se atreve a pasar por la mencionada ruta!
Como acompañamiento de fondo, parece que los estados los EEUU apoyaban desde hacía ya algún tiempo al ejército monárquico de derechas en la conocida como “Guerra secreta” de Laos, contra los comunistas de izquierdas, claro. Así las cosas, tuvieron que repartirse las bombas entre la ruta Ho Chi Minh y algunos objetivos políticos en el norte del país.
Aquí tenéis un mapa con un punto rojo por cada misión de bombardeo (hagan zoom)
Este es un resumen incompletísimo de lo que pasó, ya sabéis que donde estén los americanos hay espionaje, contraespionaje y encaje de bolillos. Al final, EEUU salió con el rabo entre las piernas de Vietnam y en Laos ganaron los comunistas, entonces ¿para qué sirvió tanta bomba? Me imagino que el fabricante de armas acabaría de juntar para la entrada de un pisito.
Siento haber tenido que incluir una lección de historia en tiempo de vacaciones, pero es que nosotros nos quedamos perplejos con las cositas de los Estados Unidos.
Y de Vientiane poco más, porque al siguiente día salimos hacia el sur. Queríamos visitar Kong Lo, una cueva que está en el centro del país y que según las guías era una de las más impresionantes que se pueden visitar por aquí. Cogimos un autobús y en unas horitas de nada estábamos en una aldea pequeñita ,Ban Na Hin, que la mayoría de la gente visita sólo para hacer la excursión de la cueva y dónde no había mucho que hacer. Así que tuvimos tiempo para unos paseítos y unas BeerLao.
En el camión que cogimos el día siguiente para ir a la cueva de Kong Lo conocimos a Rosie y Jake, una pareja de ingleses de veintitantos años que llevaban un año viviendo en Ho Chi Minh City (antigua Saigón), Vietnam. Ella trabaja como profesora de inglés para niños en proyectos solidarios y él como arquitecto en prácticas para clientes que le vuelven loco con el Feng Shui. Os los presento porque seguiremos juntos de viaje durante algunos días.
Vistas desde el camión camino de la cueva
La cueva es un hueco que el río ha ido horadando en la roca, me imagino que a lo largo de diezmiles y diezmiles de años, hasta conseguir un túnel de siete kilómetros y medio por el que el río discurre con algo de prisa pero sin peligro. Gracias a ello se puede navegar por todo el trayecto y cruzar de un lado a otro de la montaña. De hecho los locales lo utilizan como vía de comunicación cotidiana, cada día cruzan barcas con pasajeros que cargan con sus sacos de grano y sus bolsas de mazorcas y verduras para la semana.
Antonio en la entrada de la cueva
El interior de la cueva está sumido en una infinita oscuridad, huelga decirlo, y a pesar de que llevábamos linternas había zonas en que no servían de mucho, ya que las bóvedas llegan a alcanzar hasta cien metros de altura y noventa de ancho. Las barcas son para tres turistas, así que no pudimos viajar con nuestros recién adquiridos compañeros, Antonio y yo íbamos en una canoa fragilísima con un vigía al frente y el piloto detrás. Al comenzar la travesía teníamos algo de cachondeíto, porque todo parecía la típica atracción turística cargada de expectativas pero que luego se queda en poco más que una rascadeta de butxaqueta (butxaca=bolsillo en catalán). En cuanto avanzamos los primeros cientos de metros nos fuimos quedando calladitos. La sensación era sobrecogedora, había un insistente murmullo de agua que el eco multiplicaba hasta darte la sensación de que no ibas a tardar mucho en caer por la catarata. El motor del barco embarullaba el encanto y ahuyentaba el pequeño cosquilleo de inseguridad, pero no habría sido práctico remar a contracorriente por evitar el ruido por muy romántico que yo lo hubiera encontrado a priori.
Yo me imaginaba en una novela de exploradores, o la de Verne del viaje al centro de la tierra, o no, mejor, esas películas que ridiculizan a las osadas señoras que se atrevieron a acompañar a sus maridos en sus expediciones con complicados vestidos e insuficientes comodidades… ¡Walkin! ¡Walkin! ¿Qué? ¡Walkin! ¡Walkin! El conductor de la canoa me sacaba a gritos de mi ensoñación para ponerme los pies en la tierra, bueno, en el agua, porque había que sortear un pequeño desnivel bajando de la embarcación y caminando unos metros. Esto se convertirá en algo habitual en el resto del trayecto. Antonio había decidido traer los zapatos porque resbalan menos y, claro, fue haciendo chop-chop hasta que volvimos al hostal, je, je. Cuando caminábamos la corriente nos trastornaba los andares y yo iba como una mari torpe el día que la llevaron a Guadalpark , exclamando y perdiendo el equilibrio a cada paso por la fuerza del agua. En una de las paradas los guías encendieron unas luces y nos dieron un pequeño paseo por un hueco de la cueva que tiene algunas estalactitas y estalagmitas. Pero las formaciones calcáreas no son el fuerte de esta gruta, así que yo estaba deseando volver a la barca para seguir imaginándome absurdeces de las mías.
Este soy yo cuando dimos el paseo por la gruta iluminada
Disfruté muchísimo con las gotitas que caían del techo e incluso con alguna buena ducha que el timonel acostumbra a utilizar como nota cómica para el viaje y aportar algo más de emoción. Cualquier cosa añadía interés a mis pensamientos. Por lo visto el túnel sirvió como refugio de guerra en alguno de los capítulos negros de la historia de Laos y mi mente melodramática estaba en plena lucha para no pensar demasiado en ello cuando sobrevino el final del trayecto. Detrás de la última curva comenzamos a ver luz natural y al girar llegamos a una amplia sala cuyos últimos metros de oscuridad en degradé enmarcaban la salida. Una preciosa abertura de diez o quince metros de altura rodeada de un verde brillantísimo que me invitó a descubrir que había tenido la respiración levemente contenida desde la última vez que vi el cielo. En la salida al exterior hubo algo de regocijo pero al navegar otros veinte metros ya estaba deseando volver a entrar. Por suerte había que desandar lo andado por el mismo camino, y tras veinte minutos concedidos al enfriamiento del motor y a la imperiosa y unánime necesidad de los guías de nuestra barca y la de nuestros amigos de fumarse el cigarrito, volvimos a la caverna, esta vez a favor de la corriente.
Me encantó la experiencia, el barquito era incómodo y el motor te ponía la cabeza loca, pero son dos cosas que ya he olvidado por completo, ahora sólo recuerdo nuestros puntos de luz errando por las paredes y los techos como luciérnagas locas, la intimidación de esa espesísima oscuridad, y el interés con que intentaba imaginarme el tiempo y la paciencia que ese pequeño torrente había empleado para crear esta vía. Habíamos atravesado el tubo digestivo de la ballena y estábamos a salvo, habíamos bajado al corazón de la tierra y podíamos contarlo, había sido, en definitiva, una aventura preciosa y un regalo para mi imaginación.
Emmmm, bueno, un poquito cursi sí que ha quedado al final, pero es que si no hago un poco de pastel vais a creer que soy un insensible, siempre contando crónicas irónicas.
Reanudando el camino al sur nos detuvimos en Savannakhet, una ciudad desde la que se puede ver Tailandia al otro lado del Mekong. De atractivos turísticos no parecía que fuéramos a encontrar el oro y el moro, pero es que teníamos que parar porque la mismita noche que llegábamos era la final del mundial y, claro, era mejor parar en una población grandecita para tener más posibilidades de encontrar un bar con pantalla gigante o tele en la habitación. Rosie y Jake se unieron con nosotros y viajamos los cuatro en un camión revientaculos (perdón) desde Ban Na Hin, la aldeíta de la cueva. Al llegar nos pusimos a buscar hostales y en el primero que visitamos conocimos a Kevin, un chico francés estudiante de medicina que estaba haciendo unas prácticas en un hospital de la ciudad. Luego en nuestro alojamiento definitivo comprobamos con alborozo que las habitaciones tenían tele y nevera, con lo que si no encontrábamos un bar que fuera a estar abierto para la final podríamos verla en la habitación.
Efectivamente, en Laos hay una especie de toque de queda a las 23:00 y después de preguntar durante un buen rato en todos los bares que vimos con tele, parecía que ningún local nos iba a dar el gusto de apoyar a la roja, de modo que tuvimos que comprar quince botellas de dos tercios de cerveza y ¡marchando para la habitación! Cuando llegamos nos dimos cuenta de que eran las 22:00 y que faltaban tres horas y media para empezar el partido, bueno, pues nos vamos a la calle hasta que cierren los bares. A diez metros del hostal había un bar con terracita muy agradable, pero el camarero nos invitó a pasar dentro, un local con aspecto muy occidental y con ¡¡¡PANTALLA GIGANTE PARA VER LA FINAL DEL MUNDIAL!!!! ¡Maldición! ¿Y ahora qué? Evidentemente al comparar, decidimos quedarnos en el bar y ya si eso en días posteriores iríamos reduciendo el stock alcohólico que habíamos almacenado en nuestra nevera.
El camarero iba a hacer la foto pero le vi torpe,
aunque monísimo y encantador, y preferí que saliera él
El bar tenía una atmósfera rarilla, pero nos dimos cuenta de que lo único fuera de lo habitual era que los parroquianos eran travestis y mariquitas, mira tú qué jocosa coincidencia. Al principio Jake parecía no tenerlas todas consigo pero en seguida nos desinhibimos coreando burradas futbolísticas en inglés y en español al más puritito estilo hooligan que él nos enseñó muy bien. La noche fue muy graciosa, no parábamos de hacer payasadas y reír, Antonio intentaba convencer a nuestra travesti favorita de que no animara a Holanda, pero es que a ella le gustaba el color naranja y contra eso no hay argumentos patrios que valgan. Tuvimos tiempo, por lo infinito del partido, para ponernos nerviosos, emocionarnos, luego Rosie se fue a dormir antes de la prórroga, y al final ya queríamos que acabara como fuese porque estábamos muertos de cansancio.
Esta es la seguidora de Holanda, era muy graciosa
Y ¿sabéis? ¡Ganó España!
No os imagináis cuántas felicitaciones nos quedan aún por recibir cada vez que digamos que somos españoles. En general el mundo está loco por el fútbol, pero que en Laos se sepan la plantilla, o como se llame la lista de los que juegan, del Barça, a mí me parece digno de mención. Nuestra amiga Cristina Gamell que es guapísima y está viviendo en Melbourne describe el acontecimiento de un modo muy elocuente: “…al día siguiente, hasta los compañeros del laboratorio con los que nunca hablo se acercaban a felicitarme, ¡era como mi cumpleaños!”. Maravillas del deporte, fíjate. ¡Un beso Cristina! Y ¡felicidades!
Al día siguiente hicimos poca cosa porque teníamos que descansar, el partido terminó sobre las cuatro de la mañana y nosotros no nos acostamos nunca más allá de las once. Vaale, bueeeno, y que teníamos una resaca considerable también. Dimos un paseíto por el Mekong y por la tarde nos tomamos unas cervezas de nuestra nevera con Rosie y Jake y Kevin y su otro amigo francés estudiante de medicina en prácticas. Otra vez nos acostamos tarde, seguíamos de celebración.
Un día más en Savannakhet y teníamos que hacer algo que no tuviera relación con la roja ni con la cerveza así que nos fuimos a conocer algún templo. De los pocos que había nos atrajo uno en que tenían un taller donde fabricaban estatuas de Buda en serie con unos moldes enormes y mucho cemento. Normalmente los monjes son bastante tímidos pero esa tarde todos querían salir en la foto, casi que me junto con un equipo de fútbol, pero estos irían con Holanda, como nuestra amiga del bar.
Taller de fabricación de budas de cemento
Al salir del templo nos encontramos con nuestros amigos ingleses paseando y decidimos ir los cuatro al museo provincial, mejor hubiéramos ido a tomar una cerveza. El museo era lo más ingenuo que he visitado en mi vida, tenían fotos de los objetos de la exposición, pero no había objetos. A mí me parece muy naïf y entrañable, pero es que nos quedamos como la que se tragó el cazo, porque además las explicaciones sólo estaban en lao.
Luego quedamos con Kevin que es aficionado al funambulismo y se había traído la cuerda. Al principio nos dijo que se la llevaba porque se acercaban los niños a jugar con él, y es cierto, los chicos y los mayores que pasaban por la calle se acercaban a jugar. Pero luego, como sin querer, dejó caer que era una manera de atraer chicas. ¡Ay pillín!
Aquí salgo yo haciendo equilibrismos con la ayuda de Rosie
Esa noche, para despedirnos de Savannakhet decidimos bajar a cenar al Mekong y pasamos un rato muy agradable con Rosie y Jake en una plataforma sobre el agua, llevaba corriente ¿eh? Decidimos continuar el viaje juntos, así que al día siguiente nos fuimos juntitos a Tat Lo, a pasar unos días de cabañita junto al río. Pero eso lo contará Antonio en la próxima entrega.
Muchos besos y reitero mis agradecimientos por seguir a la escucha. Muchos besos.
Andrés.
qué gusto saber que seguiís bien amores! aunque no me prodigo en comentarios, os sigo fervientemente!, es más, me tenéis enganchada y siempre ando mirando si hay entrada nueva...
ResponderEliminarme encantan vuestras narraciones, que además de vivencias nos ilustran en cultura e historia, sois unos máquinas....
y me rio mucho con vuestra manera de contar las cosas y los personajes y cositas que describís y contáis.
y lo más importante es que me muero de envidia cada vez que os leo y veo las fotos!.
seguid disfrutando, os mando un abrazo fuerte!.
andres, no creas que eres pesado contando las cosas, me encanta como las cuentas, eres un excelente narrador de "casos especiales" por que en pleno laos iros a un bareto a ver la final del mundial y que resulte que los clientes son travelas asiaticas y marikitis orientales, la verdad, no tiene precio, jejejeej!!!
ResponderEliminarsi alli lo celebrasteis, imaginaros por aqui, no veas, con decirte que el ayuntamiento de mi pueblo no puso pantalla gigante en la plaza como para los europeos, pero se lo curro poniendo en la fuente de celebracion cerveza gratis para todo el pueblo, y ni que decir tiene que yo con mi paco (mi noviete) pillamos una que pa que recordarla...
muchos bezitos y a seguir bien guapos !!!!!!
IM-PREZIONANTE la parrafada armamentística. pero que burros somos los humanos. y los yanquis más.
ResponderEliminarbesos...
Chulinoooosss!!!como estais?bueno muchas gracias por el correino del otro dia,me hizo mucha ilusion.Bueno,bueno...mucha cervecita veo yo ya en ese viaje y ahora con travelos incluidos y todo...que peligrooo,bueno Agosto y seguimos aqui al pie del cañon,esperando la proxima entrega,que si mal no recuerdo le toca al mi Andresito.Bueno un beso guapos.
ResponderEliminarahhhhhh,me trastorne totalmente,en que estaria yo pensando le toca a mi Antonio.
ResponderEliminarBueno Andres,vuelvo a escribirte unas palabras en el Blog por el dia de tu Cumple,espero que pases un dia fantastico,como regalo tienes a una persona maravillosa a tu lado y unas experiencias inolvidables en este viaje ,que era el sueño que teniais hace mucho tiempo.Seguramente este viaje dara un cambio a vuestras vidas, con todas las experiencias que estais viviendo juntos.Desearte que paseseis un dia maravilloso,que lo celebreis con unas cervecitas fresquitas,y daros un fuerte abrazo y un besazo en la distancia.
ResponderEliminarFran & Alex.
hoy es el cumple de andresito!!!! a ver esos 45 seguidoresssssssssss!!!
ResponderEliminarAy, Andrés cómo me gustan tu entradas( las tuyas también Chiki!!!!), tiene un poco de todo, historia, freakismo, cultura, sociedad,fiestas varias,locura mundialera (grandes grandes, en bareto de ambiente, sois increibles, jajajajajajaj), y ese sentimiento!!!
ResponderEliminarMuchas Felicidades de paso..."Cumpelaños" inolvidable, eh? Seguro que lo celebrasteis como se debe, con unas BeerLao de las güenas, eh!!!
Espero la próxima entrega con ansia...Antonioooooooooooo
Unos besos fuertes...cuidarse!!!Ala!!!
Maravillosa entrada!! Y a mi además que lo de los yankis me da en la fibra sensible, mu bien tu documentación y dramatización, fantástico!
ResponderEliminarMe ha entrado mucha risa lo de la Cristina, porque a mi me pasó igual, con el agravante de que yo no vi ni un partido, ni la final!, ay que ver yo.Y mira que pensé, estarán los chulitos viéndolo? no lo tenía muy claro yo. Pero bueno, me sentí importante por un ratín, luego se me pasó.
Andrele, tu vena poética me sabe a frigopié, me encanta!
Un beso grande chicos! os quiero!
Jejeje, la verdad es que razon llevas mi guapo Javier, el fenomeno World Cup fue una locura y a mi me da completamente igual el futbol pero es agradable que tu pais (anda que si mi padre lee eso me tacha del testamento con tipex...) gane cuando andas tan lejos de casa! Tendrias que haber escuchado como pronunciaban los australianos "viva españa"...entre que el alcohol les traba la lengua y que con la ñ no pudene...bastantito grotesco...pobrecitos mios! Bueno, bueno, solo decir que aqui seguimos disfrutando de vuestras entradas!! Andres me encanto tu sinceridad al explicar como soñabas despierto en el tour por la cueva, montandote tu propia historia de pelicula...jajaja, se perfectamente de que hablas!!
ResponderEliminarAmores, un beso muy grande, nos vemos pronto!!
Se os esta poniendo cara de orientales,
ResponderEliminara ver cuando "oz veniz paca" a papearse un buen "cozio con tos sus avios"
Saludos de mi parte de Carlitos y de M Angeles