lunes, 31 de mayo de 2010
Hacia el norte, por favor. Siliguri, Darjeeling y Sikkim
En el tren conocimos a Caroline, una estadounidense ¡de Michigan, Elena y Enric! ¡De Michigan! Y estuvimos todo el trayecto muy entretenidos porque era charlatana y muy graciosa, no paramos de hablar con los compañeros indios de viaje, sobre todo dedicamos mucho rato al trauma nacional “El matrimonio: decisión personal o mangoneo familiar, pros y contras del ejercicio de la voluntad” o como dirían ellos “El matrimonio: cagarla por amor y luego-seguro-que-divorciarte o respetar las tradiciones y acabar enamorándote de él/ella”. Perdonad que deje aquí este tema para cuando nos veamos en persona porque esto es para echar unas cañas, aquí hay un tomate con el casorio que no os lo podéis imaginar. Pues eso, cambiamos historias divertidas por cerveza, podemos hacer una lista de candidatos para invitarnos a cenar a la vuelta, garantizada amena sobremesa.
Como os decía, habíamos conocido a Caroline y ella a su vez había conocido en el tren a otro viajero que iba a la misma estación que nosotros, como llegaríamos a una hora algo intempestiva nos pusimos de acuerdo para coger un taxi juntos hasta la ciudad, Siliguri, a unos kilómetros de la estación. Nuestro nuevo compañero tenía apañada una habitación en un hotel y Caroline se fue con él, pero nosotros seguimos nuestro instinto y decidimos buscarnos la vida. Nunca lo reconoceré en público pero estuvimos a punto de arrepentirnos de no habernos ido con aquel señor con unas rastas tan largas y esa expresión que debe ser la que se le queda a uno cuando ha pasado cinco meses más de lo proyectado en una playa de Goa de fiesta en fiesta y fumándose hasta las veras del cercao. El caso es que cuando nos dejaron en aquella inhóspita avenida a las doce de la noche solo encontramos hoteles cerrados a cal y canto con los cierres metálicos bajados y un guardia de seguridad de un cajero electrónico (otro tema, todos los cajeros tienen un guardia de seguridad en la puerta sentado en una silla, a veces gestionan la cola) que nos lanzó el siguiente jarro de agua fría: “todos los hoteles están completos” claro, nosotros no nos creemos nada y seguimos buscando hasta que la noche nos lanzó el segundo jarro de agua más fría: “se puso a llover”. Los ánimos, aunque no intactos, seguían en buena salud y nos pusimos los impermeables en un ágil abrir y cerrar de ojos. Cuando conseguimos que un vigilante de un hotel nos hiciera caso ya estábamos dispuestos a aceptar cualquier habitación pero el amable señor nos ofrecería compartir con él y otro empleado el suelo de la oficina del hotel, emmm, gracias de corazón pero seguiremos buscando. Al final otro vigilante nos llevó a una casa de un señor que tenía una habitación que parecía cerrada desde que murió la abuela pero tenía baño y mosquiteras así que para dentro. A las siete de la mañana nos despertaron con un musicón atronador porque se casaba una vecina la siguiente noche y había que montarla desde muy temprano. Cosas de las bodas de aquí.
En Siliguri hacía calor pero las ganas de norte debían esperar un día más porque había una huelga que tenía cortadas las comunicaciones por tierra con Sikkim. “Estoooo, bueno, pues vamos a ver si encontramos una habitación lejos de la boda ¿no?”
La huelga la convocaban los Gurkas del norte del estado de West Bengal, se trata de un grupo étnico mayoritario en esa zona (Darjeeling y alrededores) que quieren un estado independiente que se llamaría Gorkaland, da la sensación de que toda la población está de acuerdo y todos los partidos políticos de por allí son Gurkas. Al parecer los gurkas son originarios de Nepal y tienen un pasado guerrero, de hecho el emblema de gorkaland luce dos cuchillos nepalíes cruzados. En muchas causas de la India los gurkas han entregado algunas vidas y ahora desean que se les conceda este agradecimiento en forma de estado propio. Pero bueno, aún no hemos llegado a la virtual Gorkaland, seguimos en la llana Siliguri donde no hay nada de nada que hacer así que después de encontrar una habitación en un hotel normal nos dimos paseítos, fuimos a internet, me compré una camiseta por cien rupias (1.6€) y vimos la tele ¡Indian Idol! Me encanta. Bueno, y disfrutamos de la procesión nupcial del novio de la mencionada boda. Según la norma general la novia espera al desconocido en casita de sus papis a los que verá hoy por última vez en un tiempito, el novio llega con cara de susto montado a caballo en el caso de las familias pudientes y en este caso en coche. Delante de él, los invitados varones de la parte del novio van bailando frenéticamente a la cabeza de una procesión que se completa con músicos (percusión y viento-metal) y una escolta de ocho o diez sujetabombillas que proporcionan una estridente iluminación de barras fluorescentes conectadas a un generador de gasolina que anima a los músicos a reventar los niveles de contaminación acústica para amortiguar la pedorreta propia del motor.
A la mañana siguiente ya hicimos la maleta seguros de que llegaríamos a Gangtok, la capital de Sikkim, porque ya había terminado la huelga, pero los conductores de Jeep le dijeron a Antonio que nanai, que no nos llevaban, que pilláramos el autobús, pero como la cola era kilométrica y no avanzaba, Antonio habló con un conductor que nos llevaría a Darjeeling, ¡ea! A Gorkaland. Nos dio la sensación de que los dueños de los jeeps estaban siendo prudentes porque el día anterior habían publicado una imagen de un jeep que intentó pasar por tierras gurkas hacia Sikkim y fue apedreado después de hacer bajar a los turistas graciasadió. Total que para poder salir de la aplastante Siliguri tuvimos que cambiar nuevamente de ruta, ¡vale! en Darjeeling hace fresquito seguro.
Efectivamente, Darjeeling está entre montañas, nosotros no vimos ni una porque los días que estuvimos había una supernube envolviéndonos que no nos dejaba ver naíta. La gente parecía más amable que en el resto de la India, ¡no, no! La gente ERA más amable que en el resto de la India, no necesitamos mucho rato para pensar “¡Que les den la independencia, si no tienen nada que ver con los demás!” era increíble, de repente la gente te decía hola por la calle sin que después tuviéramos que acabar diciendo no a alguna propuesta comercial. El pueblo era una puritita cuesta y por todas partes veíamos porteadores acarreando de todo con una banda sobre la cabeza en plan hormiga, yo creo que es algo malísimo para las cervicales pero Antonio no está tan seguro. A ver qué os parece este ejemplo, la perspectiva no es muy buena, pero se entiende.
En Darjeeling había plazas para pasear y ponis para que los niños dieran un paseo por un precio sencillito, muchas tiendas de té, templos budistas y muchos turistas, sobre todo nacionales. Visitamos las plantaciones de té de Happy Valley que según nos dijeron vende casi toda su producción a los almacenes Harrod’s de Londres para que ellos multipliquen el precio por cincuenta, lo normal. En Darjeeling hay otras 83 plantaciones. Nos dieron una interesante charla sobre el proceso de secado del té y pudimos ver a las mujeres que lo recogen a mano y hoja por hoja (También os lo contaremos en persona a quien tenga curiosidad) a la salida de la fábrica una señora que vivía en una casita allí mismo nos engatusó para que pasásemos a tomar un par de tacitas de la mejor variedad por alrededor de un euro, estaba loca de remate y te hacía un estudiado simulacro de hospitalidad para que te fueras contento, nosotros nos fuimos meados de la risa.
En Darjeeling queríamos haber pasado dos días pero tuvimos que quedarnos más porque Antonio se puso malito con una comida que le sentó fatal aunque no era mal sitio para alargar la estancia. Finalmente dejamos Darjeeling y llegamos a Pelling en Sikkim oeste, desde allí podríamos avistar el Kanchenjunga (¿se dice así Aitor?) y organizar algunas excursiones a sitios de los alrededores. Nada más llegar a Pelling nos pusieron los pelin de puntin porque nos contaron que varias horas después de nuestra partida de Darjeeling había sido asesinado un líder de los tres partidos Gurkas, al parecer el más mayoritario a manos de un fiel de otro partido Gurka evidentemente menos mayoritario. ¿Os acordáis que el emblema de Gorkaland tiene dos cuchillos nepalíes?, pues usaron uno de esos para cortarle el cuello en un acto público en una plaza de Darjeeling, uuuuuh, este viaje es trepidante ¿eh?
No sé si sería por luto nacional o por otra huelga encubierta pero no tuvimos narices de que ninguna agencia de viajes de Pelling nos vendiera ninguna actividad ni ningún tour ni nada, pasaban de nosotros. He de decir que en Pelling había hordas de familias multitudinarias (17-20 miembros, vale, también las había de 6) que alquilaban jeeps completos con total alegría y desparpajo, aquí dos guiris regateadores no pintan nada. Bueeeeno, pues nada, a vivir la vida en Pelling y dar paseítos. La providencia quiso que al tercer día se despejara el cielo y el Khanchenzonga (es que bien-bien no se me ha quedado el nombre) mostrara por dos horitas ante nosotros, para ello Antonio tuvo que abandonar precipitadamente la cama, ya le conocéis, el duerme divinamente, pero mereció la pena.
En el pueblo había poco que ver pero tenían un par de monasterios budistas (gompas) muy agradables, en uno de ellos nos sorprendimos al presenciar el tiempo de ocio de los alumnos de la escuela budista jugando al Cricket y a artes marciales. Como aclaración que a mí me encantó conocer os diré que los niños son como monjecitos desde pequeños, algunos porque los manda la familia para que estudien allí y aprendan inglés entre otras cosas y otros porque son huérfanos y los recogen, pero todos tienen la oportunidad de dejar la vida monacal si lo desean, o al menos eso nos contaron unos monjes jovencitos.
Finalmente dejamos Pelling, ahora sí, hacia Gangtok, la capital del estado que está en el Este, fue un viaje larguito en jeep que me dejó el estómago despistado para un par de días pero se hizo ameno porque lo compartimos con unos turistas inglesa, alemán y estadounidense muy agradables. El alemán Chris y la inglesa Joe nos invitaron a compartir con ellos habitación esa noche y viajar juntos al día siguiente hacia Rumtek, un monasterio con varias casas alrededor en el que nosotros pasaremos un par de días y ellos solo la mañana. Tuvimos la gran suerte de llegar en las celebraciones del cumpleaños de buda y vimos una procesión que nos dejó a todos con la boca abierta, a nosotros por lo pintoresco y exótico y a nuestros amigos porque eran budistas y este ritual es muy importante en el calendario litúrgico de la religión de las montañas. En la procesión me cautivó especialmente la presencia de un niño gordito que según nos contaron era la reencarnación de un lama (os dejo unos segundos para que oigáis mentalmente la canción de Mecano “Ay Dalai”).
Bien, después de estos segundos musicales, seguimos con Rumtek. Después de la procesión buscamos alojamiento y entramos un ratito en la multitudinaria Pooja (en una descuidada traducción: misa) el niño lama jugaba con el tocado del monje que estaba al lado y hacía risas aunque el ambiente era muy solemne. Un largo pañuelo blanco recorría la sala en zigzag pasando por todas las bancadas de monjes, les repartían botellitas de zumo de mango a todos y luego un monje más mayor les repartió dinero, unas trescientas rupias por cabeza (5€) debe ser como el aguinaldo navideño para nosotros, de hecho ésta era su navidad. Nuestros amigos turistas se tenían que ir y salimos del templo, no importa, esa misma tarde el artista local que tallaba en cemento cabezas de dragón-león en la puerta de otro templo llamado Old Rumtek nos advirtió que a la mañana siguiente podríamos presenciar otra pooja en aquél monasterio. Allá que te van los dos ateos a otra misa a las siete de la mañana, a quien se le diga… La verdad es que nos encantó la experiencia, nos dieron desayuno y estuvimos un ratito charlando con unos monjes monísimos antes de la celebración.
El desayuno era un arroz caldoso que sabía a poco pero lo poco que sabía estaba bastante malo, era un arroz con leche pero cocinado con mantequilla de yak, bueno, nos lo habían ofrecido y había que tragar. Luego, dentro del templo fuimos los únicos extraños al monasterio en presenciar la pooja y nos invitaron a un té salado con mantequilla de yak, y dale con el yak, que estaba más asquerosito aún que lo de antes, pero como niños bien educados nos lo pimplamos enterito, con sus copos de avena y una especie de pestiño soso y seco que se te quedaba en la boca como un chicle de cartón. A la hora y tres cuartos acabaron y salieron escopeteados, nos despedimos del monje que nos hizo de anfitrión y cuando ya nos largábamos el artista de los dragones nos dijo que a dónde íbamos que aquello era un intermedio y que la pooja acabaría a las 3 o las 4 de la tarde, evidentemente apretamos el paso sin mirar atrás y al ratito estábamos en el hotel disfrutando de una maravillosa siesta antes de ir a comer. En catalán hay un término que me encanta para nombrar esta siesta “la migdiada del Canonge”, es decir, “la siesta del Canónigo” ¡qué oportuno! ¿Verdad?
Y con estas dosis de espiritualidad en el cuerpo salimos a la mañana siguiente de vuelta a Gangtok donde nos reencontramos con Mónica y Arturo, dos catalanes que conocimos durante nuestros días en Darjeeling, viajeros encantadores con los que pasamos una noche de cervecitas ¡chupi!
Al día siguiente partimos de Gangtok hacia Siliguri para coger nuestro tren hacia Calcuta (desde 2001 Kolkata) en un viaje sin retrasos porque salía de nuestra estación y fue puntual. Aquí acaba la aventura en las montañas sin trekking ni aventura porque os recuerdo que no nos quisieron vender nada, bueno sí que tuvimos una pequeña aventurilla en el campo, pero eso os lo va a contar Antonio en la próxima entrega.
Muchos besos a todos y gracias por seguir ahí, espero que ahora que se acerca vuestro verano no nos abandonéis como esa mascota que os entretuvo cuando los días eran más cortos.
Andrés.
sábado, 29 de mayo de 2010
Y por fin Kajuraho y Varanasi
Ya lo sé, con tanto querer contar cosas pero no adelantar nada os he hecho todo un lío. Mea culpa. Creo que no sabéis ni donde estamos, ni a donde vamos ni a donde no vamos. Os haré un resumen y luego pasaré a relatar otra de las etapas del viaje, enlazando con nuestras peripecias por Agra que Andrés ya ha contado.
Resumen:
1 de Mayo, Amritsar (estado dePunjab), ciudad del templo dorado: compramos dos billetes de Kolkata a Bangkok para el próximo 14 de junio.
4 de Mayo, McLeod Ganj (estado de Himachal Pradesh), ciudad donde reside el Dalai Lama en el exilio: nos enteramos por las noticias en la tele y posteriormente confirmamos en internet la existencia de dos conflictos en nuestros próximos destinos:
a) Nepal: nuestro próximo destino donde llegaríamos alrededor del 14 de Mayo después de visitar Varanasi. Una huelga general de los maoístas ha paralizado completamente el país, todo está cerrado y los transportes son inexistentes. Turistas están siendo evacuados del país.
b) Bangkok: los camisas rojas llevan un mes de protestas ocupando las zonas más turísticas de la capital. Durante enfrentamientos con el ejército han tenido lugar varias explosiones dejando al menos una veintena de muertos y decenas de heridos.
6 de Mayo, Chandigarh (estado de Punjab), ciudad dividida en sectores y diseñada por Le Corbusier: tomamos cuatro decisiones en unamañana.
a) anulamos nuestro viaje a Nepal
b) cancelamos billetes a Bangkok
c) compramos nuevos billetes para salir de la India desde Kolkata el 1 de junio, ya que nos cumple el visado de tres meses de estancia continuada en la India. No os hemos desvelado todavía nuestro país de destino
d) desde el día 14 de Mayo que dejaremos Varanasi hasta el 1 de Junio que hemos de estar en Kolkata visitaremos Sikim, estado del Himalaya oriental indio localizado al este de Nepal, sur de Tíbet y Oeste de Bután
7 de Mayo, Ambala Cantt., estación de tren cercana a Chandigarh desde donde partimos hacia Agra: nos enteramos de que no hay plazas en ningún tren de Varanasi a Sikim alrededor del 14 de Mayo, y tampoco de Sikim a Kolkata a finales de Mayo. No sabemos qué hacer durante la última quincena del mes de Mayo esperando a abandonar el país el 1 de Junio desde Kolkata
Y una vez hecha esta aclaración, continúo contando nuestra ruta por los estados de Uttar Pradesh y Madya Pradesh. Eso sí, intentaré ser más breve que nunca ya que a 29 de Mayo ya en Kolkata tenemos atrasada mucha faena, y queremos ponernos al día con esta retransmisión antes de volar el 1 de Junio. Habrá entregas casi diarias. Estad atentos.
Pues dejamos Agra con un sabor un poco agridulce. Nos encantó lo que visitamos, pero nos dio mucha rabia ver delante de nuestras narices tanta corrupción. “Incredible India”, como reza la campaña oficial de turismo del gobierno indio.
Llegamos entonces en tren a Kajuraho (Madya Pradesh) el lunes 10 de Mayo , después de un retraso de cinco o seis horas, retrasos que pararían a ser una cosa normal en cada trayecto de Indian Railways. Afortunadamente un empleado del hotel en el que nos alojaríamos estaba esperándonos para arreglar un buen precio en un rickshaw compartido hasta el pueblo, a unos 7 km de la estación. Por fin logramos disfrutar de un trayecto de diez personas embutidas en uno de esos vehículos de tres ruedas. Las familias indias suelen hacerlo así por sistema. El barullo aquí gusta mucho, y el ahorro en rupias es algo casi imprescindible.
En Kajuraho nos alojamos en una habitación con aire acondicionado, no por capricho, sino para evitar los 45 grados a la sombra de un calor seco que ni en los peores días de verano en Sevilla. Y para los que no hayan visitado la India ¿qué hay en Kajuraho? Pues este pequeño pueblo aloja los “templos del Kamasutra”, sí, esos que están decorados con multitud de esculturas entre las cuales algunas son de contenido erótico. Y digo algunas porque, contrariamente a lo que yo esperaba, la gran mayoría de las esculturas no esconden posturas sexuales acrobáticas u orgías, sino más bien bailarinas celestiales, escenas de la vida diaria india, músicos y demás. O sea, que se me antoja que lo del Kamasutra es fruto de un excelente trabajo de marketing internacional que debería servir de ejemplo en cualquier MBA que se precie. Y no quiero decir que los templos no merezcan la pena ¡ojo! Los templos son una maravilla, y el conjunto que los recoge, rodeado de césped, arboles, pájaros y algún que otro mono, forman un entorno muy agradable. Lástima que la época en la que los hemos podido visitar haya sido plena temporada baja, pero baja baja, dado el calor sofocante que no se nos olvidará en mucho tiempo. Por ello nos tuvimos que levantar a las 5:30 de la mañana y visitar el conjunto a partir de las 6, hora en la que abría el espacio. ¡En mi vida he madrugado tanto como haciendo vacaciones en la India! Elena ¿no te lo crees, no? De verdad a estas alturas del viaje incluso yo mismo propongo fijar el despertador a las 6 de la mañana, y lo de acostarse a las 22 horas es algo más que común. Por esa parte sí que estoy deseando volver a trabajar…. ¡Ja, ja!.
En definitiva, en Kajuraho sólo pasamos una noche y la mayoría del día en la habitación enganchados al aire acondicionado. Aquí os adjunto fotos de los templos y como no, una posturita, al parecer la preferida en los siglos X y XI cuando se construyeron los templos. Sugiero lo de posturita preferida porque además de presentar menos esculturas eróticas de las que esperábamos, esta pareja que parece más bien estar jugando al “Enredos”, se repetía constantemente. Además de pocas eran escasamente ocurrentes. ¡No me explico todavía lo del Kamasutra¡. Pero me repito, los templos preciosos.
El martes 11 de Mayo tomamos un tren nocturno rumbo a Varanasi. Afortunadamente, y a diferencia de lo que les ha ocurrido a nuestros amigos que han visitado Kajuraho antes que nosotros, finalmente Kajuraho tiene conexiones de tren con Agra, de donde veníamos, y con Varanasi. Precisamente la línea a Varanasi tenía tan sólo un mes, y debido a la todavía poca popularidad de dicho tren, y a que era temporada baja, Andrés y yo viajamos completamente solos en todo el vagón 2AC,algo inaudito en la India.
El miércoles 12 de Mayo llegamos a Varanasi con ilusiones de poder conseguir nuestros billetes a Sikim gracias a la información que habíamos conseguido del dueño del hotel en el que nos alojamos en Agra. Fue él quien nos desvelo la existencia de los billetes de tren denominados Tatkal. Éstos son un porcentaje concreto de los billetes de cada tren que sólo sale a la venta dos días antes de que parta el tren, sin contar el día de salida. Eso sí, pagando un poco más por ellos en comparación con la tarifa normal. ¡Entonces aún teníamos posibilidades de llegar a Sikim! Además, leyendo la revista “Trains at a glance”, traducido como “Trenes de un vistazo”, una revista que recoge todas las rutas y horarios de trenes de la India, también me percaté de la existencia de la”Tourist quota”, de nuevo otro porcentaje de los billetes de cada tren que quedaban reservados para turistas extranjeros, y que creo, sólo están a la venta en las oficinas para extranjeros que hay en las principales estaciones del país, entre ellas Varanasi.
Y allí que nos dirigimos nada más bajar del tren, a una oficina repleta e sofás y con aire acondicionado en la que los guiris, entre ellos nosotros, nos refugiábamos de los liantes conductores de rickshaws y de la marabunta de viajeros indios que se encontraba desparramada en el hall de la estación. Y sí, conseguimos billetes a Sikim haciendo uso de la “Tourist quota”, no hizo falta pagar “Tatkal”. Atención a los que vengan a la India. No nos ha sido tan fácil conseguir esta información de los billetes de tren, concretamente nos ha llevado dos meses y diez días, y tampoco creo que seamos unos pardos que no nos enteramos de nada.
Y Varanasi, pues que os voy a contar. Supongo que cada uno de vosotros tiene una imagen mental de lo que es esto, alimentada por las infinitas fotos del Ganges, de los baños de los peregrinos y de los ghats abarrotados (escaleras que bajan al río). Sí, es tal cual aparece en cada una de esas fotos que parecen tan especiales y difíciles de conseguir. El lugar no desmerece en absoluto su fama, y pudimos contemplar el colorido de los peregrinos, las poojas (rituales religiosos) al amanecer y al anochecer y las cremaciones durante dos paseos en barca por el agua sagrada del Ganges. De nuevo nos levantamos temprano, pero esta vez a las 4:30, para poder observar la luz del amanecer sobre los ghats, ocasión en la que compartimos barca con unas enfermeras de Bilbao que conocimos en el hotel. Si es que estáis ahí, Andrés y yo os mandamos un saludo enorme, fue un placer coincidir con vosotras y esperamos que vuestra visita al Templo Dorado fuera de vuestro gusto, parecía que nos habían dado comisión para convenceros de ir a Amritsar.
Una vez hemos dejado Varanasi se me hace más increíble aquello que observamos allí. Todo se me hace más especial en el recuerdo. De hecho cuando estábamos observando las cremaciones y las piras funerarias por la noche, las procesiones funerarias por el laberinto de calles estrechas, todo parecía ser algo normal, como si lo hubiera presenciado toda la vida. Pero ahora pasado unos días todo me parece algo fantástico y casi salido de una novela, las imágenes de los peregrinos bañándose y haciéndolo todo en el Ganges, los familiares acarreando en una camilla de bambú el cuerpo del difunto envuelto en tela blanca adornado con detalles dorados, y las propias piras funerarias sobre las que se alojaba cada cuerpo para ser prendida por un familiar con la cabeza rapada y vestido de riguroso blanco. Sólo podemos mostraros el detallo algo macabro de las enormes balanzas donde pesan la madera necesaria para quemar los cuerpos, así como la madera acumulada que espera para ser vendida.
Como gran sorpresa de nuestros días en Varanasi os cuento que nos encontramos en una oficina de correos a Doros, la alemana Dorothy que conocimos hacía algo más de un mes en Hampi y que nos dejó tirados el segundo día. Ahora sabemos que la chica está bien y que sólo se encontraba un poco enferma. Estas son las cosas que pasan en los viajes. La verdad es que me alegre de verla.
Ahora os dejamos, quizás sólo por uno o dos días. Muchos besos y saludos a todos.
Antonio
miércoles, 19 de mayo de 2010
Agra patrimonio de la Humanidad
La siguiente parada la hemos adjudicado a la ciudad del Taj Mahal, nos vamos de Chandigarh con un sabor de boca impreciso, ya sabéis, como un yogur de limón, que da fresquito pero no es sabrosón y esperamos un episodio algo más intenso en Agra. A mí los sitios tan famosos me ponen un poco tenso, la expectativa de algo grande o muy especial me provoca cierto estrés, supongo que quiero estar a la altura del momento y levantarme ese día con los sentidos a flor de piel para poder apreciarlo como se merece o tal vez sea algo más corriente y lo que me pasa es que no quiero que no me guste ¿os imagináis? Después de tanta peripecia por la India y con lo que hemos pasaíto, llegar a “uno de los edificios más bellos del mundo” y que no te guste, ¡no por favor! Nos tiene que gustar.El trayecto de tren no estuvo mal aunque ha sido uno de los más incómodos, habíamos comprado billetes en Sleeper Class, vas sin aire acondicionado pero los ventiladores funcionan bien y las ventanas están abiertas, claro que el ruido es algo más… el ruido es algo más y los compañeros de viaje… bueno la litera de Antonio que se suponía que era la de abajo con ventanas y sol en la carita estuvo todo el tiempo ocupada por el que tenía que ir en la más alta y Antonio tuvo que ocupar la del carota ese sin ventana y con el techo pegado a la chepa hasta que llegó la hora de dormir y entonces el vecino con todo sus _____es le pregunto “oye, ¿tú que cama prefieres?” ¡qué fino eres cari! Ahora que te entra la piruji por la ventana y que te puede despertar cualquiera que pase le preguntas al chiquillo que qué cama prefiere ¿no? Pues ahora te quedas abajo ¡Hombre ya! Bueno tonterías de bajo calibre al margen llegamos a Agra con un par de horas de retraso, es decir, a las tres de la mañana.
Previendo lo intempestivo de la hora de llegada habíamos reservado una habitación en un hotel con servicio de recogida a la estación y un señor nos esperaba con su rickshaw. Le dimos cincuenta rupias por la espera y nos quedamos con la segunda habitación que nos enseñaron, más sencilla, claro.
A la mañana siguiente desayunamos en el hotel y el dueño nos puso un poco en alerta de los peligros de Agra ¡chan!¡chan! Lo liantes que son los conductores, que no comiéramos en los alrededores del Taj porque nos iban a envenenar para sacarse una comisión del hospital, etecé, nos lo creímos a medias pero le compramos lo que nos quería vender que era un servicio de rickshaw para dos días llevándonos donde quisiéramos de Agra por 500 rupias (alrededor de ocho euros). Teniendo en cuenta que las distancias en la ciudad son bastante largas, que hacía calor y que no nos apetecía tener que regatear diez veces con conductores, nos pareció hasta buen precio, además al día siguiente tendríamos que levantarnos muy temprano para llegar al Taj Mahal a las seis de la mañana, que es cuando abren, para verlo sin calor y sin la marea de visitantes que los autobuses comienzan a derramar en el mármol a partir de las nueve.
Ese primer día le dijimos a nuestro conductor Vicki que nos llevara al Fuerte de Agra, un conjunto de edificios que hoy es patrimonio de la humanidad y que tiene unas vistas preciosas del Taj Mahal. El fuerte lo comenzó a constuir el emperador Mogol Akbar y su nieto Shah Jahan ,quien también mandaría construir el Taj Mahal, lo llevaría a su máximo explendor, irónicamente éste último terminó aquí sus días mirando hacia el Taj encerrado en un torreón a manos de su propio hijo Aurangzeb, el ansias que no pudo esperar que muriera papá para heredar el trono. De telenovela. Bueno, seguro que conocéis a más de uno que no dudaría en hacer lo mismo si tenemos en cuenta que el trono propiamente dicho, o sea, el sillón del salón de audiencias principal le había costado a papi más que el Taj mahal ya que, entre otras fruslerías llevaba el diamante más grande del mundo en aquel momento, el célebre Koh-i-noor que mil aventuras más tarde fue “adquirido” por los ingleses y retallado para buscarle un huequito entre las joyas de la corona de la reina Victoria, es que a ella estos detalles le pirraban, era muy fácil de regalar la Vicky.
Con los siglos vinieron los clasicos ataques al fuerte y a pesar de los veinte metros de altura de las murallas, invasiones y erosiones varias lo dejaron bastante tocado. El gusto de los ingleses del XIX por “¡adecentar esas ruinas! ¡es que lo tienen tó roto!” y posteriormente el turismo y sus divisas extranjeras se encargarían del lavado de cara que nos lo presenta ahora con un aspecto más que saludable. Una rica variedad de patios, jardines, salones de audiencias y mezquitas en arenisca roja y mármol blanco te entretienen la mañana saboreando rincones que un día debieron estar cubiertos de alfombras carísimas. Y músicos y bailarinas y cosas de estas así miliunanochescas.
Cuando salimos del fuerte y después de llevarnos a tomar algo a un restaurante donde recibía comisión y donde seguro que no nos iban a envenenar (madre mía las patrañas que nos cuentan a los turistas) el peor actor revelación por su papel de conductor de rickshaw enrollado y de confianza no pudo esperar más y nos quería llevar a unos talleres de mármol sin obligación de comprar nada, claro. MEEEEEEEE!!!! Error!!! “¡Tú nos llevas ahora mismo al Baby Taj!” le dijimos nosotros, y allá que fuimos al pequeño cenotafio (una tumba pero con habitaciones y jardines, como el Taj Mahal muy al uso en el siglo XVII en Agra) que en realidad se llama Itimad-ud-daulah y sirve de eterna morada para el abuelo de Mumtaz Mahal, un noble que había sido un primer ministro y estaría hiperforrado. Con una atmósfera encantadora y unas tallas en mármol pioneras en la zona y las más delicadas por los siglos de los siglos, el Baby taj fue el primero de Agra. Luego el Taj Mahal haría sombra a todos por su magna complexión.
Después del baby taj queríamos ver la puesta de sol desde las espadas del Taj Mahal, un rinconcillo al otro lado del río donde vamos todos los turistas, con razón, al atardecer. Coincidimos con el rodaje de un anuncio pero nos dejaron mirar y pasar un rato contemplando esto que veis en las fotos y que de verdad me encantaría que vinierais un día a ver con vuestros ojos porque vale la pena. La verdad es que yo no soy muy melogramático con estas cosas y no me suelo quedar sin aliento y caer de rodillas con lágrimas en los ojos diciendo que ya puedo morir tranquilo cuando veo algo así, pero casi. La escena era muy bonita, entre nosotros y el edificio está el rio Yamuna y en las riberas hay pastores con sus cabritas, idílico.
Este soy yo haciendo el mongolito con mi Bob esponja.
Un beso a los que me regalasteis este talisman
Para finalizar el día 1 de nuestro contrato con el fitipaldi que me llevaba agarrado a cualquier cosa para no salirme del rickshaw le pedimos que nos acercara al Citibank y luego le dejamos que nos llevara a un taller de alfombras. Abstrayéndome de la cutre sensación de que estábamos allí sin ningún interés por comprar y sólo para que el perlas éste se llevara su comisión, disfruté de la visita a los talleres en los que había señores haciendo alfombras de lana en telar y nudo a nudo. “Gracias, gracias, no, no queremos comprar nada porque pesa mucho ni queremos que nos lo enviéis a casa porque no tenemos de eso”. Fin del primer acto, Vicki nos deja en el hotel sin grandes despedidas, no hemos sido una buena presa para él y mañana nos llevará el otro conductor al Taj Mahal. Good night Vicki! Sentimos llevar dos meses en la India y venir un poco chuceaos.
Pues bien, como habíamos acordado con el segundo chófer nos levantamos a las 5:00 y a las 5:30 estaba allí el mismo que nos había recogido en la estación para llevarnos al monumento patrimonio de la humanidad que mantiene en pie la ciudad y que hizo que hace diez años cerraran todas las fábricas del polo químico de Agra en pos de la blancura del mármol y la industria del turismo, una reconversión que limpió el aire del humo de las chimeneas y llenó las calles -presumo- de gente que se quedó sin trabajo y se metieron a liantes de turistas (sólo es una sospecha mía, para datos reales, consultar otras fuentes cualesquiera). Tuvimos mucho tino al elegir esta hora del día para venir porque, aunque había gente, no estaba abarrotado y pudímos pasear tranquilamente por todo el conjunto. Tal como había leído en alguna parte, el Taj Mahal gana en belleza cuanto más te acercas a él, es enorme y las fotos nunca harán justicia plena del encanto que exhala, sin entrar en misticismos y sin abusar de vuestra paciencia con poesía barata es como si de repente mil violines…. ¡que noooo, que es coña! Que nos gustó muchísimo y se nos pasaron tres horas volando, tan solo una cosa me dejó un vacío en el corazón ¡¡¡¡¡NO TIENEN TIENDA DE SOUVERNIRS!!!!! Sólo vendían unos llaveros con unas bolas de plástico con aguanieve que llevaba una maqueta microscópica y amorfa dentro, si lo mirabas a más de quince centímetros de distancia podía parecer la Alhambra mismo. ¡Qué chasco carrasco! Todavía no estoy del todo bien. Os dejo con unas fotos.
Con el regustillo nos fuimos a desayunar, nuevamente frustramos un intento comisionista en el chófer al pedirle que nos llevar al hotel, nada de sitios especiales. El resto del día lo pasamos en Fatehpur Sikri otro patrimonio de la humanidad por la UNESCO a 40 km de Agra. Esta ciudad fortificada fue habitada durante sólo catorce años porque se dieron cuenta que tenían menos agua que la bodega de Massiel. Es muy bella (no Massiel no, la ciudad) y casi todo está intacto, hay tres palacios, tres joyeros de piedra para las tres esposas del emperador, la cristiana, la musulmana y la hindú, salones de audiencias públicas y privadas y hasta un escenario sobre una alberca y unas plataformas a varias alturas para disfrutar de los espectáculos nocturnos. El harém, las mezquitas y algunas tumbas completan el conjunto.
Después de la visita volvemos a Agra un poco cansados, comemos algo en el hotel y nos vamos a la estación que tenemos tren nocturno, mañana más.
Información especial para aquellos que decidan viajar a Agra.
En la entrada de todos los monumentos te entregan un ticket de esos que se les corta un trocito con una línea de puntos por un lado. Los tickets de turistas son muy caros, los nacionales pagan 10 rupias y nosotros 250 y 750 en el Taj Mahal. Pues bien, en el Taj no estamos seguros de que ocurriese pero en todos los demás y con especial descaro en Fatehpur Sikri, se quedan con el ticket sin romperlo bien diciéndote que pases sin más o bien dándote el cambiazo por un ticket antiguo, a nosotros nos dieron uno sellado en diciembre de 2009, entramos e hicimos la visita divinamente pero ellos con el ticket nuevo que tú acabas de pagar y que ellos han guardado sin romper se van a la taquilla por la puerta de atrás y lo ponen nuevamente a la venta, todo el mundo está en el ajo así que se reparten las 250 rupias y el Indian Arqueological Survey que es la institución que se encarga de mantener los monumentos no ve ni un duro. A la salida de Fatehpur Sikri acudían a nosotros un montón de niños y algún conductor de rickshaw para recuperar nuevamente el ticket reutilizado ya mil veces a cambio del cual supimos que les darían 50 rupias. Nosotros nos sentimos muy avergonzados y humillados por esta corrupción y queremos que se detenga, tenéis que estar atentos cuando paséis por la puerta y no soltar nunca el ticket, si hace falta haceros los guiris y montad la pataleta, doblad el ticket en cuanto os lo den en la taquilla para que no lo puedan volver a vender o inventaros lo que sea, ellos intentarán entreteneros con el registro de las mochilas mientras dan el cambiazo pero que no lo consigan y sobre todo nunca le deis el ticket a nadie en la salida, especialmente a los niños que se pasan el día allí tirados para conseguir dinero fácil. Nosotros rompimos los tickets y los tiramos a la papelera, esos ya no van a volver al ciclo. Si todos lo hacemos esos niños quizá vuelvan a la escuela y a lo mejor el IAS con el dinero ganado puede contratar a algún empleado más para que mantenga el edificio, que falta le hace.
Bueno amigos, hasta pronto, gracias por seguir ahí,
Andrés
lunes, 17 de mayo de 2010
Una mañana en Cyber-22, Sector 22, Chandigarh
Chandigarh es una ciudad poco frecuentada por el turismo internacional ya que se trata, como explicaré a continuación, de una capital relativamente joven construida en los años 50 y que presenta una planificación urbana modernista. Por ello difiere por completo del resto de ciudades indias y, aunque dista mucho de cualquier ciudad europea, presenta algunas comodidades con las que quedamos muy asombrados: aceras tan anchas que servían a la vez de carriles para los ciclo-rickshaws, semáforos estrictamente respetados, vías de servicio y paradas de autobuses, zonas de aparcarmiento de pago, parque y jardines para el regocijo de los habitantes etc.
Pero, ¿por qué es diferente esta ciudad al resto de ciudades de la India?, os preguntareis todos a la vez y sin excepción alguna. El caso es que tras la independencia de la India en 1947 y la escisión de Pakistán como nación islámica, dejaron al otro lado de la frontera pakistaní la ciudad de Lahore, la que hasta el momento había sido capital de Pujab. Fue entonces cuando el arquitecto modernista Le Corbusier, creo de origen suizo, fue el encargado de construir una nueva capital común para los estados de Haryana y Punjab. Así surgió una nueva ciudad ordenada en sectores rectangulares y perfectamente iguales, los cuales están numerados consecutivamente y divididos a su vez en cuatro zonas, A, B, C y D. El resultado es una mezcla de la retícula perfecta de ensanche barcelonés definiendo los sectores, con la vida de barrio, léase Bellvitge y Rochelambert, en el interior de cada uno de ellos, ya que albergan soportales con comercios, plazas, aparcamientos, jardines etc. Ya sé, pocos de vosotros conocéis Barcelona, Bellvitge y Rochelambert a la vez para haceros a la idea, pero es que la ciudad es muy rara; ni siquiera los que conocen estos tres sitios lo tienen fácil, ¿a que es una mezcla rara?
En el día y las dos noches que estuvimos en Chandigarh visitamos pocas cosas, entre ellas el Fantasy Rock Garden diseñado por Nek Chand, artista que según nuestra opinión de seguro había visitado Barcelona y las obras de Gaudí, especialmente el Parc Güell. Habrá que investigarlo ¿plagio o casualidad? Este jardín consiste en un recorrido laberíntico al aire libre por distintas estancias en las que se encuentran esculturas, pasarelas, cascadas, auditorios, todo ello realizado con materiales reciclados y principalmente piedras y fragmentos de cerámica. Aquí os muestro algunas fotos curiosas. Sinceramente a mi me gustó el sitio y me pareció muy entretenido y curioso, mientras que a Andrés le aburrió y lo encontró bastante simple. Pocos conocen mi obsesión infantil por los laberintos.
Pero lo que más tiempo nos ocupó en Chandigarh no fue la visita turística de la ciudad, sino la actualización de información acerca de nuestros futuros destinos, así como la toma de nuevas decisiones que cambiarían nuestra ruta. Previamente habíamos fijado Bangkok como centro en el sudeste asiático para una gira por Tailandia, Birmania (Burma o Myanmar, ya no sé ni cómo se llama), Camboya, Laos, Vietnam etc. De hecho durante los días en Amritsar compramos los vuelos desde Kolkata a Bangkok con Jet Airways para el próximo 14 de junio. Pero durante los siguientes días en McLeod Ganj y viendo las noticias internacionales empezamos a intuir conflictos y revueltas en la capital tailandesa. Y digo empezamos a intuir porque vimos las noticias en la BBC en inglés claro, y nos enteramos de bastante poco. Corriendo fuimos a un ciber el día antes de dejar McLeod rumbo a Chandigarh. Efectivamente, los camisas rojas oponentes al gobierno llevaban desde el mes de abril acampados y atrincherados en las zonas más comerciales y turísticas de Bangkok, demandando elecciones anticipadas y la disolución del gobierno. Además habían ocurrido enfrentamientos violentos entre los camisas rojas y el ejército en el centro de la capital. Parecía que Bangkok, a no ser que mejorara mucho la cosa, no era el mejor sitio para aterrizar desde la India; de hecho el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación español desaconsejaba absolutamente viajar a Bangkok.
Como ya sabéis nuestro próximo país a visitar antes de Tailandia era Nepal, cuya guía nos habíamos agenciado en Delhi con la intención de ir planeando las actividades y destinos. Y esto tampoco lo teníamos fácil, ya que nuestro visado de la India nos obliga a estar fuera del país un mínimo de dos meses antes de volver a entrar haciendo uso de la múltiple entrada. Aún así, y tras visitar la Foreigners Regional Registration Office (FRRO) de Mumbai, oficina del gobierno que trata los temas de visado de visitantes extranjeros, habíamos decidido salir a Nepal por menos de dos meses ya que probablemente pudiéramos obtener un permiso de reentrada en la India antes de este periodo en la Indian High Comission de Kathmandú. Pero igualmente viendo las noticias de la BBC nos percatamos de que algo ocurría allí, y parece que de esto no ha habido mucha repercusión en la prensa española. Efectivamente, en los últimos cinco minutos de ciber-café en McLeod Ganj Andrés leyó acerca de la huelga general promovida por los maoístas, fuerza más votada en el parlamento nepalí pero fuera del gobierno por la coalición de los partidos opositores. Desde el 1 de mayo el país, y más gravemente la capital, Kathmandú, estaba completamente paralizado, y los turistas que hasta entonces se encontraban allí estaban siendo evacuados. Mala pinta tenía eso para estar pensando en llegar al país tan sólo 10 días más tarde, además de la necesidad de visitar Kathmandú y arreglar nuestra reentrada en la India.
Hicimos entonces nuestro camino a Chandigarh desde McLeodGanj considerando nuevas rutas destinos. Parecía que, a pesar de haber sacrificado la visita a Himachal Pradesh en la India, el paseo por Nepal no tenía buena pinta. Además, si dejábamos de visitar el país de los Himalayas y del techo del mundo, debíamos adelantar nuestro vuelo a Bankok ya que de nuevo el visado de la India nos impone no exceder en más de 90 días cada una de las visitas al país; desde el 5 de marzo que estamos aquí hasta el 14 de junio van más de 90 días, con lo que nos podíamos encontrar con problemas para salir del país en el aeropuerto de Kolkata. Pero la idea de adelantar el vuelo tal y como está la situación en Bangkok tampoco resultaba muy elocuente. ¿Qué hacemos entonces?
Finalmente decidimos ceder en nuestro empeño por ir a Nepal y sustituir ésto por una visita a Sikkim, pequeño estado de los Himalayas orientales de la India que se encuentra al norte de Bangladesh y que hace frontera con Nepal, Tibet y Bután. También prudentemente decidimos cambiar nuestro destino en el sudeste asiático y adelantar l salida de la India al 1 de junio. Ya os contaremos detalladamente en futuras entradas del blog; por ahora os dejamos con la incógnita. Todo esto en una mañana. ¿Habremos estado certeros en nuestras decisiones? Quién sabe, el caso es que había que arriesgarse y así lo hemos hecho. Yo personalmente he fantaseado con multitud de nuevos países, y estoy disfrutando la incertidumbre de no saber exactamente lo que nos espera en los próximos meses; sé dónde voy, pero es que no se muchas cosas de ese país… ¡uff! ¡me encanta esta sensación!
Por último, y antes de dejar Chandigarh rumbo a Agra, ciudad del Taj Mahal, nos dirigimos a las ventanillas de Indian Railways en la estación de trenes para comprar los billetes a Sikkim, y de allí a Kolkata. No me lo creo, no hay plazas en ninguno de la multitud de trenes que cruza el país rumbo al este. Tres días de autobús para llegar a Sikkim y otros tres para salir de allí hacia Kolkata no son muy apetecibles. ¡También nos quedaremos sin visitar Sikkim! Esto ya es demasiado ¿no?
Muchos besos a todos y, no os preocupéis, ¡estamos disfrutando un montón!
Antonio
viernes, 14 de mayo de 2010
A Delhi, Amritsar y Dharamshala
El día de la huelga general amaneció con un cielo de plomo, las calles estaban desiertas y había una luz gris y un silencio desconcertante. Todo estaba cerrado, suerte que habíamos desayunado en el hotel. El día anterior los autobuses y los rickshaw hacían que al cruzar la calle pensaras en lo buena idea que fue contratar un seguro pero hoy solo había vehículos privados, es decir, varias motos y uno o dos coches. Una abrumadora mayoría de indios/as carece de transporte privado.
Sólo el Zoológico estaba abierto, cabritas, hipopótamos y un leopardo, no deprimente del todo pero el calor nos iba derritiendo los huesos, eramos dos bolas de plastilina abandonadas al lado de la piscina cuando tu madre te llamó para comer.
De repente una duda paraliza nuestro mermado latido cardíaco y la tensión arterial, humilde a estas alturas, se redujo a una caricia patética. ¡¡¡¿¿¿¿Podremos coger el tren de cuarenta horas a Delhi???!!!! ¡Ay por dios que aquí no nos podemos quedar que aquí no hay nada! Como pudimos llegamos a la estación y un señor muy amable nos aseguró que no habría problemas, ¡cómo nos verían llegar que hasta nos cedieron el asiento! (si eso te pasa en la India, una de dos, o no estás en la India, o traes cara de muerta y te dan el asiento pero para quitarse ellos de en medio por puritito yuyu, aquí la cortesía no se trabaja).
Un tiempo prudente antes de la salida del tren nos fuimos a nuestro andén con nuestras mochilas y todo parecía indicar que aquel señor tenía razón, no teníamos ni retraso. De todos modos una especie de nube sorda cubría nuestros pensamientos, aunque cogiéramos el tren, ¿era motivo de alegría el poder subirse allí para tardar cuarenta horas en bajarse precisamente en Delhi?
¡Pues si amigos! Era motivo de regocijo. No solo cogimos el tren a su hora, sino que además tuvimos la suerte de tener literas a la misma altura y abajo, así podíamos charlar y vernos y levantarnos sin hacer malabarismos, el servicio de catering fue estupendo, no paraban de darnos cosas ¡cinco veces al día!: té matutino, desayuno, almuerzo (dinar pels catalans), té de media tarde y cena.
Antonio ocupando felizmente su litera, al lado yo me he levantado para hacer la foto
¡A tó compló! Se nos pasaron las cuarenta horas volando, tuvimos unos compañeros de viaje muy agradables, uno de ellos era un niño Sij (esa religión que prescribe no cortarse el pelo y llevarlo tapado) y un señor que tenía muchas ganas de hablar y siempre tenía razón (rasgo bastante común por estos confines). Al niño sij le hizo mucha gracia nuestra linterna frontal.
El niño sij juega se pone el frontal delante de su moñito
Llegamos a Delhi, el calor de Sevilla en agosto, rapidito a un hotel no demasiado cutre a ducharnos y dejarnos secar bajo el ventilador, fffsshshhhhhh, ¡me encanta hacer eso! En Delhi no hicimos gran cosa, buscamos un cajero, compramos la guía de Nepal y al día siguiente salimos hacia Amritsar (Punjab) ciudad que se precia de acoger una invasión crónica de peregrinos sij en torno al Templo dorado, sinceramente uno de nuestros sitios más favoritos de la India y motivo principal de nuestra visita a la ciudad.
La ciudad nos recibió con olor a tierra mojada y un presagio que no nos preocupó durante largo tiempo porque la lluvia dijo si cuando íbamos en el ciclo rickshaw hacia el hotel que nos gustaba de la guía. Es una ciudad como la mayoría de la India, caótica y ruidosa pero verla desde un vehículo a tracción humana y bajo unos goterones de lluvia enormes le dio un punto exótico y nos dio por reir. En cuanto apañamos el hotel nos acercamos al templo, que lo teníamos a tiro de piedra.
El templo dorado y de fondo la puerta principal al recinto
El templo en sí no es muy grande, no hace falta que os lo describa por fuera porque se ve en la foto, todo eso es un chapado de latón chapado en oro, pero por dentro no se podían hacer fotos, había una cola enorme, en la puerta había unos señores recibiendo las ofrendas que consistían en platillos de un dulce con base de leche y almendras que olía muy fuerte, ellos lo echaban a una olla sagrada y luego le devolvían al peregrino una porción de lo entregado para que se lo comiera, un tejemaneje que no llegamos a entender del todo. Dentro todo era también dorado y había que seguir los pasos de la masa para pasar por delante de unos señores que cantaban el libro sagrado de los Sijs, el “Guru Granth Sahib”, tenían unos micrófonos y había músicos tocando tablas (una especie de timbal) y un instrumento parecido a un acordeón con un teclado y un fuelle pero que se apoya en el suelo, siempre suena como si el ejecutante tocara de oído, por primera vez y con los ojos tapados (Francisco y Serafín ¿os acordáis de aquella animación en una comunión cuando cometisteis el error de dejarme el acordeoncillo ese?) Algunos peregrinos se sentaban en un rincón dentro del templo y leían para sí de unos libritos que podían coger prestados.El conjunto musical daba una atmosfera plácida al todo el recinto del templo ya que la megafonía llevaba los versos a cada recoveco en una amable letanía.
Peregrinos pasando la tarde en la orillita del estanque aquí mismo se echan a dormir y pasan la noche
El templo propiamente dicho está en el centro de un estanque de agua sagrada que la gente se lleva en garrafitas para su casa, en esta alberca se bañan y beben su traguito para purificarse por dentro y por fuera, alrededor del tanque hay un paseo de mármol blanco tan limpio y pulido que hace que tengan que poner esteras de fibra de coco para que no resbales al andar y alrededor del paseo están las dependencias administrativas, en una construcción adyacente está el enorme comedor y la residencia de peregrinos. Dormir en una habitación cuesta dinero, aunque es barato, pero comer en el comedor es gratis y dormir en el paseo de mármol también. Además tienen mostradores en los que dan té gratis y agua. Fuera, junto a una consigna de zapatos dan Sprite o Coca-cola por cinco rupias. Todo esto se mantiene, supongo, por las donaciones de los propios fieles y porque todas las personas que trabajan son voluntarios.
Estábamos encantados, la verdad, esa misma noche volvimos para ver una de los rituales diarios en el que llevan el libro en un palanquín desde el templo a un edificio del conjunto que lo rodea para guardarlo en su cámara supersagrada. A la mañana siguiente repetimos la visita, y a la tarde siguiente también. Para ello tuvimos que prescindir de conocer otros sitios, pero es que estábamos hipnotizados.
El templo de noche
Pasábamos el rato sentados en la orillita del estanque mirando ese lingote de oro gigante flotando en el agua. No es que nos hayamos vuelto místicos ahora de repente, es que era bonito, además necesitábamos un poco de calma y agradecíamos que cuando se acercaba alguien a hablar con nosotros no nos quería vender nada ni llevarnos a ninguna tienda. Algunos grupos de amigos que habían venido a pasar el fin de semana en el templo se sentaron con nosotros a reírse de lo mayores que éramos para seguir solteros y a preguntarnos cosillas sin mucha trascendencia. Insisto, uno de los sitios que más nos han gustado del país.
Un grupo de peregrinos pasa el rato con nosotros
Una vez saciados de templo dorado y de espiritualidad Sij partimos hacia las montañas, a Dharamshala (Himachal Pradesh) bueno, más concretamente a McLeod Ganj que es una aldeíta en la que tiene su residencia el Dalai Lama y Tibet mantiene su gobierno en el exilio. No es un pueblo muy bonito aunque está en las faldas de los primeros picos de los himalayas occidentales, desgraciadamente nosotros sólo los vimos el día que llegamos y yo pensé que haría fotos los dos días siguientes pero amanecimos envueltos en una bruma que no nos abandonó en todo el tiempo que estuvimos allí. Total que no foto.
McLeod Ganj no escapa al tráfico y al desorden típicos de la India
El primer día nos dimos una vuelta por el templo principal donde dice sus oraciones el Dalai y donde tiene las oficinas principales y su sala de audiencias, es un templo muy sencillo con varias imágenes de budas y rulitos de esos con mantras para darles vueltas, como los que giraba Antonio en el vídeo que colgó en la otra entrada, eso sirve para decir el mantra tantas veces como esté escrito en el rulo y tantas veces como gire o algo así con lo cual de unos manotazos te quitas de repetir el mantra un montón de veces y, claro, llegas antes a la iluminación. Por cierto a Antonio le dio por buscarla (la iluminación) mientras nos dábamos un paseo por la residencia oficial, me tuvo allí un buen rato.
Si Mari Asun, tu hijo meditando
Al día siguiente me levanté y puse la tele, vi al Dalai Lama en el templo que habíamos visitado ayer y Antonio se dio cuenta que era en directo, salimos que nos las pelábamos para allá y no pudimos entrar porque había que dejar las cámaras fuera en una tienda o donde pillaras porque las consignas estaban en obras. Nosotros insistimos y decidimos entrar por turnos, Antonio subió primero y bajó sin haber visto nada pero me dijo que igual iba a pasar el Dalai por la escalera que se veía desde allí cerca, entonces él se quedó con las mochilas, yo subí a la escalera y le vi, ¡he visto al Dalai Lama! AAAAAAyyy Dalai ¡ay lo que yo me acordé de Ana Torroja!
Aquí el Dalai y servidor, amigos íntimos ya
Al salir del templo nos quedamos por allí desayunando y disfrutando del ambiente, era un poco de feria con un montón de monjes y muchos visitantes, creo que la siguiente foto habla por sí sola del ambientillo que se respiraba por allí.
Por la tarde estuvimos visitando uno de los numerosos monasterios budistas tibetanos que hay en la India, los chinos arrasaron con más de 6000 monasterios en la revolución cultural y algunos monjes que sobrevivieron y muchos que habían emigrado antes han ido refundándolos donde les han dejado. En este tenían su templito con un montón de cositas curiosas, tamborcitos, imágenes de Buda, libritos, pero a mí me encantaron estas esculturas de mantequilla.
El ambiente era muy tranquilito, claro, algunos monjes charlaban sentados en un poyete, los jóvenes iban a clase al oír una campanita, había algarabías de monjes niños jugando por los rincones, luego les vimos comiendo en corro en una terracita y Antonio quedó impresionado porque en las cocinas pudo ver bolsas de patatas fritas y coca-colas. En algunos monasterios se pueden alojar los turistas y pasar unos días de paz en un entorno natural impresionante, así que el conjunto queda rematado con un toque occidental.
Un monje pasa el rato ante la puerta de su habitación
El resto del tiempo en McLeod Ganj lo pasamos dando paseítos por el entorno, fueron unos días agradables, sobre todo teniendo en cuenta que hacía una temperatura bastante más agradable que lo que habíamos dejado atrás.
Nuestro siguiente destino tras McLeod Ganj era Chandigarh, en unas horas de autobús estábamos en la capital de Punjab, una ciudad de la que os hablará mi partner en la próxima entrega. En Amritsar habíamos comprado billetes de tren para llegar desde Chandigarh hasta Varanasi, haciendo algunas escalas, aunque sin pasar por Delhi. En principio teníamos pensado volver a la capital de la India para ver un par de cosillas pero definitivamente decidimos pasar de ese horror y tirar millas.
Esta ciudad será un punto de inflexión en nuestro viaje. Sabremos por qué en próximas entregas de Andrés y Antonio de viaje.
Muchos besos y gracias por seguir ahí,
Andrés